El Camino Español de 1599, Camino de Príncipes

La paz en Flandes era el objetivo que perseguía esa decisión. Siempre estuvo en su mente la paz porque ningún beneficio sacaba él de que sus territorios estuvieran en guerra. Más bien todo lo contrario. Y con más razón tratándose de Flandes. Una de las dos joyas de la corona hispánica (La otra era el Milanesado).

Pero Felipe II no estaba en condiciones de permitir diferentes religiones en los Estados que gobernaba. La religión aunaba criterios y daba coherencia para poder gobernarlos. Una coherencia que las leyes de entonces estaban muy lejos de poder conseguir en sus Estados (diferentes leyes en cada uno de los Estados: Portugal, Países Bajos, Franco-Condado, Milanesado, Reino de Nápoles, Aragón, Castilla… todos con sus usos y costumbres).

Era una linea roja que no podia (tampoco quería) traspasar porque en ningún Estado de referencia de Europa la tolerancia religiosa habia funcionado… y ninguno tenía, ni por aproximación, el tamaño y variedad de España.

Por otra parte, esa acción no era un hecho aislado. La Paz de Vervins con Francia o el inicio de las negociaciones de paz con Inglaterra (Guerra de las Armadas, iniciada en 1585) era la materialización de lo que se llamó la PAX HISPÁNICA. Un intento por dejar a su joven hijo (Felipe III) unos territorios cohesionados y en paz. Buscando una prosperidad que había tocado con los dedos bastantes años antes (durante el principio de la década de 1560) y que Guillermo de Orange había terminado por romper (Estrategia terrestre y Estrategia Marítima).

Sin embargo, como la compleja situación en Flandes no mejoraba, decidió desgajar el territorio. Así le ahorraba al heredero ese problema y de rebote proporcionaba a los lugareños lo que tanto anhelaban: Que sus soberanos residieran en sus tierras.

Así, el último intento de Felipe II (antes de morir) de alcanzar una paz en sus territorios de los Países Bajos, fue renunciar a ser su soberano. ¡¡Renunciar a ser su soberano!! No se captais la magnitud de lo que eso significaba en el siglo XVI. Un siglo donde el pensamiento, la energía, la acción u omisión de todo rey, conde, duque e hijo de vecino, giraba en torno a cómo ampliar el territorio. ¡¡Inaudito!!

Felipe II renunció a Flandes. Eso es un hecho más que relevante. Pero no se volvió loco. Que Felipe era mucho Felipe y pocos movimientos hacia en política sin meditarlos profundamente.

Puso en marcha una jugada que los años darían la razón porque fue una de las etapas más gloriosas de lo que ahora es Bélgica: Orquestó la boda (ocurrida en 1598) entre su amada hija, Isabel Clara Eugenia, y su sobrino, Alberto de Austria y como dote de ella entregó los Países Bajos a la pareja para que fueran sus soberanos.

Si la pareja era bendecida con un hijo, este sería soberano y su estirpe reinaría en los Países Bajos. Si no era así, a la muerte de ambos, el territorio se reintegraría de nuevo en la corona de España.

Isabel Clara Eugenia, inteligente, joven, dinámica, amante de las artes y con el caché de estar formada al lado (y ayudando) a un gestor en mayúsculas como Felipe II, era una garantía para el resurgir de los Países Bajos después de tantos años de guerra. El Archiduque Alberto también había ejercido altos cargos de responsabilidad: Segundo de abordo en Portugal (después de Felipe II). Ahí es nada.

Desgajar los Países Bajos era un gesto contundente. Más que un gesto, una acción clara de su voluntad de acabar con la guerra en los Países Bajos donde uno de los orígenes clave del conflicto, y que lo enrarecía todo, era que el soberano era una persona lejana y ajena (y extranjero). Solucionado ese asunto, las aguas volverían a su cauce ( o no…).

Así el 7 de Junio de 1599 el feliz matrimonio inicia la aventura que les llevaría a Flandes dejando atras Barcelona en barco. Desembarcan en Génova y de ahí a Milan.

Por aquel entonces el sistema de etapas para conectar Milán y Bruselas llevaba vigente más de treinta años y, aunque había ido cambiando el recorrido, en lo fundamental permanecía igual ya que estaba forjado a base de una ruta conocida en base a etapas, diplomacia, mutua confianza entre Estados y pago por los servicios de avituallamiento y alojamiento.

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Slag om Grolle 2015

Y si lo utilizaban soberanos no os quepa ninguna duda de que era una ruta estable, segura, bien conocida, trazada y avituallada como para que también fuera utilizada por todo tipo de gentes: militares, claro, pero también comerciantes de la península itálica que hacían negocios en los Cantones Suizos (y al contrario) o en Saboya o incluso en el Franco-Condado o los Países Bajos. Y viceversa. Así los artirstas flamencos también lo utilizaban para ir a beber las fuentes del Renacimineto a Roma o Florencia. O los artistas de la península itálica tenian la posibilidad de alcanzar con su arte ciudades europeas antes vetadas por la dificultad y peligrosidad de las comunicaciones por tierra. Una ruta pintores, de comerciantes, de arquitectos, de escultores  y  desde el 21 de julio de 1598, día que partieron de Milán Isabel y Alberto hacia Bruselas, también un Camino de Príncipes.

El Camino Español

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