Epílogo

Todo llega y todo pasa. Un proyecto largamente añorado y pensado ha llegado a su fin tal y como fue al inicio concebido. Una idea, a priori, sencilla de llevar a cabo un recorrido histórico como un reto deportivo personal, derivó en todo un proceso de investigación y diseño trabajoso pero lleno de momentos especiales antes de poder culminarlo.

La idea original era simple: hacer algo parecido al Camino de Santiago pero diferente. La ruta jacobea había tenido la ocasión de hacerla con anterioridad, así que buscaba un nuevo reto, un nuevo camino que recorrer que tuviera cierta exigencia física y un trasfondo histórico que me ayudara a saber qué recorría y por qué existía esa ruta. La búsqueda se materializó al escuchar en un programa de radio una entrevista a Martínez Laínez sobre su libro «Una pica en Flandes».

El libro, siendo interesante y ameno, no tenía (ni era su intención creo) el nivel de detalle que yo buscaba. Un par de libros después pude constatar que El Camino Español no tenia una ruta concreta que poder llevarlo a cabo como yo quería: caminando. Mucho estudio y mucha referencia histórica pero los eruditos no se habían puesto a recorrerlo.

Verificar que no había un ruta concreta activó todavía más el deseo de hacerla y la cantidad de bibliografía existente me dio esperanza de que realmente podía ser factible extraer un recorrido preciso. La recolección de información y, con el tiempo, la adquisición de multitud de libros para conocer más, ya no solo del Camino Español sino también de su época, hizo que tomara consciencia de la importancia de esta ruta tanto para los intereses de la España de entonces, que abarcaba todo el orbe, como para los designios de Europa entera.

Algunos interesantes viajes y consultas a archivos después (al Palacio de Liria de los Duques de Alba, al de Simancas,…) ya había sobre el papel un trazado concreto sobre el que trabajar. En realidad tenia varios recorridos de diferentes años sobre los que avanzar pero para no perder el foco me centré en el primero, el de 1567, donde se pusieron las bases de la logística y diplomacia utilizadas que luego servirían para poder ejecutar todos los Caminos (que fueron muchos) que vinieron después.

A estas alturas, el reto de recorrer esta ruta, se había ampliado hasta convertirse en un proyecto global de recuperación de los senderos del Camino Español. Aquella idea inicial, casi fortuita, se había convertido en realidad en un punto y seguido a un proyecto que pasaba, en todo caso, por recorrer y conocer de primera mano las rutas principales.

Para entonces, habían transcurrido varios años desde que todo comenzara. Cada nueva información que llegaba a mis manos en modo de manuscrito, libro  o documento digital de interés me hacia sentir como un «Tadeo Jones». La falta de formación académica en Historia, investigación histórica y sus métodos, la suplía (o lo intentaba) con buenos conocimientos del uso internet e ilusión a partes iguales.

Como resultado de la información de la que disponía pude establecer, con cierta precisión, las etapas que los Tercios hicieron en ese primer Camino Español. Luego con la ayuda de herramientas punteras como ‘Google Earth’ pude concretar más el recorrido gracias a los relieves. Allí donde las autopistas y carreteras principales coincidían con la ruta histórica escogí carreteras secundarias paralelas y próximas para no alargar en exceso los kilómetros. Completé recorridos con carriles bici y en algunas etapas, ahora como entonces, quedaron algunos recorridos para consultar a los lugareños porque, si bien había diseñado un itinerario, en realidad el terreno era desconocido y no tenía claro que opción para recorrerlo era la mejor.

Como resultado de ese trabajo de unión entre etapas obtuve un recorrido completo entre el Milanesado y Flandes: 52 etapas que (aproximadamente) hicieron los 10.000 soldados de los tercios viejos para ir de Milán a Bruselas. La longitud de las etapas variaba pero de media venían a ser de unos 25-30 km diarios. Distancia que la inmensa mayoría de los soldados hacían a pie dado que solo una quinta parte del grupo era caballería.

52 etapas. 52 etapas significaba 52 días si quería hacerlo a pie. No tenia tantos días de vacaciones ni, todavía más importante, ‘bula’ familiar para tantas jornadas. Así que pensé en pasarme a la bici. Si lo hacía en bici parecía factible hacer en un día cuatro etapas de las de a pie. Eso implicaba unos 100 km diarios lo que reducía el tiempo para hacer el Camino Español a 15 días. Más asequible y más razonable.

Con un recorrido trazado  y con el modo de recorrerlo escogido era necesario que surgiese la oportunidad para llevarlo a cabo: sería la segunda quincena de junio. En el momento en el que surgió la ocasión faltaban dos meses y medio para la fecha de inicio del Camino y seguía habiendo muchas incógnitas que despejar. El material (bici, ruedas, zapatillas, alforjas, …) y obtener el fondo físico (acumular en esos dos meses al menos la misma distancia a recorrer y si podía el doble, pues mejor) fueron las mayores prioridades aunque también concretar el transporte, buscar alojamientos contactar con instituciones, asociaciones de españoles,… Un trabajo ingente en el que tuve ayuda de los colaboradores mas cercanos del Camino Español. De otra manera hubiera sido imposible.

Con todo razonablemente atado seguía habiendo una situación que quedaba mal resuelta: la preocupación de mi entorno, y de cara a dentro propia, de hacer la ruta en solitario. Eran 15 días 1350 kilómetros. Podían ocurrir muchas cosas y aunque me movería en países cercanos, el riesgo a lo desconocido preocupaba. Luego pude comprobar que ese temor era más bien ficticio. En todo caso, no se me pasaba por la cabeza pedirle a nadie que me acompañara en esta aventura (la otra palabra muy utilizada al hablar del asunto era «locura») y sin embargo también surgió quien se sintió, por el motivo que fuera, atraído por el reto. Luis Ángel, L.A., amigo del grupo de Zaragoza me dijo que se apuntaba. Para mi fue una gran noticia, no os digo para mi familia.

Los cabos estaban atados. De todos los «Chemin des Espagnols» que teníamos trazados sobre el papel dejábamos para otras ocasiones los que recorrían Europa más hacia el Este, por Alemania, Austria, Suiza, Alsacia,… y nos centrábamos en el más relevante de todos por sus métodos revolucionarios, importancia y repercusión. El primero de ellos, el de 1567. La historia se convertía en aventura y El Camino Español esperaba para ser recorrido de nuevo casi cuatrocientos cincuenta años después.

3 comentarios en “Epílogo”

  1. Realmente increíble lo que has hecho, cuánta envidia me das. No sólo por haberlo podido realizar, sino por todo lo que ha habido antes del viaje en sí. Ni que decir tiene que te animo a que preseveres en ello, quizá algún día logremos que se reconozca como un intinerario cultural europeo y más gente se anime a hacerlo.

    Un saludo!

  2. IMPRESIONANTE. Es mi proyecto en 2020. Ya tengo el libro y lo voy a leer de pe a pa.
    Como curiosidad, El Tercio de Lope de Figueroa acuartelado en Napoles, , realizo el camino en 31 dias (Desde Milan claro). Es el record. (Es un teclado extranjero, no puedo poner tildes)

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