Día 13: Luxemburgo a La Roche-en-Ardenne

No acabo de hacerme a esta manía norteña de no poner persianas a las ventanas. A las siete y media hacía rato que era día pero hoy, justamente hoy, tenemos un poco de margen para dormir algo más. Me giraría y seguiría durmiendo, a pesar de la luz, pero uno de mis otros cinco compañeros de habitación no está por la labor.

Se ha despertado y ha empezado a sorber las mucosidades acumuladas, seguramente con mucho trabajo, de toda la noche y se ha pasado todo el tiempo que ha querido con esa «música». Para esto mejor levantarse, la verdad. Luego, en la sintonía habitual, nos hemos echado una risas mañaneras a costa del «elemento». Es lo que tiene compartir habitación con gente de otros lugares (y más si son de otros países, como era el caso), al principio tiene sus pegas pero luego da mucho de sí 🙂

Nos lo hemos tomado con tranquilidad. Hasta las once no hace falta que estemos en la Embajada. De camino a ella hemos hecho algunas fotos alucinando con sus relieves imposibles. Los «ventanales» de las casatamas hechas por los españoles en el siglo XVII están a la vista. Luxemburgo está literalmente agujereado para su protección. Una obra de ingeniería y de duro trabajo realizado durante muchos años que muy pocos saben que es de la época en que Luxemburgo fue de la corona española.

El emocionante episodio de la visita al Embajador ya lo contamos este post. Después de la charla y de que nos permitieran cambiarnos de ropa en la propia embajada fuimos a ingerir algo. Las emociones fuertes abren el apetito. Iniciamos la etapa y como quien dice a la tercera pedaleada ya habíamos salido de Luxemburgo. Foto rápida ante la placa que indicaba que entrabamos en Bélgica y seguimos la nacional hasta Arlón.

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Calle Chemin des Espagnols – Arlón

En Arlón fuimos directamente a buscar la calle que lleva por nombre «Le Chemin des Espagnols» y que se remonta a aquella época. Ellos, los de Arlón, explican una historia extraña sobre la lepra y los soldados españoles. Una historia con poco (o ningún) sentido que me da la sensación que viene más por el hecho de tergiversar la historia que otra cosa. Luxemburgo era parada fija del Camino Español y, tanto por la variante de Huy como la de Namur, Arlón era el pueblo siguiente y también etapa del Camino. Por ese pueblo pasaron españoles a miles.

De Arlon a Martelange, donde ni paramos. Habíamos empezado a pedalear a la 1 y esta era la etapa más larga de toda la ruta. 116 kilómetros sobre el papel que recortamos algo al tomar la nacional que iba en linea recta. Seguimos para Bastogne.

Estos dos tramos (más de 50 km) fueron duros. Por muchos motivos. Unas pendientes no muy pronunciadas (3%-5%) pero larguísimas, un asfalto en muy malas condiciones, casi si arcén y con tráfico. mucho tráfico. No me dio sensación de peligro. Desde el punto de vista del conductor los ciclistas son predecibles y la diferencia de velocidad permite adelantar sin problemas. Además al ser rectas largas se nos ve de lejos. Peligro, mínimo. Pero desde el punto de vista del ciclista, el estrés máximo. Los coches, y no digo ya los camiones, hacen un ruido infernal al pasar «cerca» que, al no verlos venir, te asustan si van rápido.

Por favor, cuando paséis al lado de ciclistas dejad espacio de sobras en el adelantamiento. Haced si es posible un adelantamiento en toda regla. Nunca había pasado tanto estrés durante tanto tiempo.

Llenamos a Bastogne. Esa ciudad fue un punto importante en la recuperación y defensa de Bélgica en la 2a guerra mundial y hay muchísimas referencias a este hecho. En la plaza principal hay un carro de combate ‘Sherman’. Tal vez con eso quede todo dicho. En Bastogne estaba el mando aliado y se tomaron muchas decisiones vitales para que la guerra finalizara lo antes posible y lo mejor posible.

Nosotros también debíamos tomar nuestras propias decisiones.

Faltan 30 km son las 18:30 de la tarde. Tengo frío y estoy cansado. L.A. es de otra pasta, ya lo sabeis. Nos dijeron, un par de etapas atrás, que las Ardenas son duras… Y como no sabemos exactamente donde están nos tememos que las tengamos justo delante. 30 km de subidas se pueden hacer muy largas, así que necesito descansar y pensarlo bien. Con los medios con los que contaba, estudiar las rutas con tanta precisión era imposible. A L.A. le parece bien quedarnos o seguir… depende de mi.

Necesito un café con leche que me caliente el cuerpo. L.A. se toma una cerveza fresquita. Qué tio!! 😀

Por confirmar la información que tenemos le preguntamos a la camarera la distancia que hay hasta nuestro destino:

– Combian de kilometres jusqu’au La Roche?, le pregunta L.A.
– 30 kilometres. Nos reponde con una sonrisa

Bien. Lo previsto. No es menos… pero tampoco es más.

– et combian du temps?
– une heure!

¿Cómo una hora? Anda ya…! ¡¡Esta no ha cogido una bici en su p*** vida!! pienso yo. Bueno no se si lo pensé o lo dije…

El caso es que debió flipar con nuestra cara porque levanta la mano en horizontal y de pronto la inclina hacia abajo!! ¿entendéis? ¡¡hacia abajo!! ¡qué liberación!… ¡qué alegría!… ¡por dios! ¡qué contento me puse! ¡¡Estábamos en el lado «correcto»!!

No le dí un beso a la moza porque me dio corte. No fuera a pensar que estaba loco…  😉

Reservamos hotel, porque aún así llegaríamos tarde, y al poco ya estamos en carretera. La hora se convirtió en 1:30 y con algunas subiditas cabronas (con perdón) pero llegamos bien. Dos bajadas de impresión nos facilitan el camino. Las Ardenas es un paraje también espectacular, digno de visitar y, aviso a navegantes, duro, duro en el sentido inverso (Para cuando hagáis el retorno del El Camino Español Bruselas-Milán).

Llegamos, que cosas, contentos como niños con zapatos nuevos después de más de 110 kilómetros en poco más de 7 horas. Jeanot, un hombre peculiar y muy majo dueño del Hotel donde nos alojamos, nos recibe. Nos mira de arriba abajo y sin decir ni palabra nos hace pasar a la cocina donde nos ofrece sendas cervezas frescas.

A veces la vida te regala momentos ¿verdad?

DLopezR

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