Pues sí que ha perdonado la noche y ha aguantado sin llover, pero abandonamos el elitista pueblo de Andermatt bajo unas nubes y una niebla que para qué.
Para hoy nos había avisado Bernardo que había que llevar luces en la bici por la cantidad de túneles que tenemos que atravesar; no sea que nos pase lo que a Contador en el Galibier.
Con 35 kms. hechos, nuevamente la lluvia nos obligaba a parar y dejar que pasara la tormenta, que bastante nos mojamos ayer. Son chubascos que apenas duran 10 min. pero que dejan el asfalto empapado y a ti como un cristo.La salida de Andermatt puede ser diabólica o bucólica, así que optamos por lo segundo. Y digo diabólica porque durante más de 30 kms. es un acusado descenso que, a excepción de las primeras curvas, se puede hacer a fuego. Pero no; lo hicimos bucólico primero porque el Rubio no estaba como para tirarse como él solía hacer tiempo atrás, y segundo porque a cada curva te parabas a fotografiar el puente en el que Napoleón dice que guerreó para dominar este estratégico paso, o la cascada más estruendosa, o una especie de puente tibetano con terrazas y pasarelas de aproximación.
En muchas ocasiones, el recorrido se desviaba de la ruta principal, haciendo una entrada por la calle principal de las múltiples poblaciones que rodean el lago; y de verdad qué envidia de casas, de calles, de coches, …Es otro nivel de vida. Ahora bien, a las ocho de la tarde, ni un alma en la calle.Si el paisaje ya era de 10, nos bastó llegar hasta Flüelen para alcanzar un extremo del lago de Lucerna e imaginarnos que el resto de la ruta de hoy iba a ser de traca. Llevábamos 50 kms., rodar a orillas del lago no podía tener muchos desniveles, y encima el viento nos daba de culo. ¡A gozar! Pero empezaban los túneles y había que poner atención. ¿Pero esto qué es? ¿Hasta carril bici por dentro del túnel? Y no solo eso, sino que en la mayoría de ellos (…y fueron unos cuantos) el carril bici rodeaba el túnel por el exterior de la pared que daba al lago o por otros túneles que fueron la anterior carretera. Todas las obras e infraestructuras están pensadas en pro del ciclista.
Bueno, volvamos a la bici, porque para los últimos kilómetros hizo falta apretar de lo lindo por el cambio de dirección del viento; así que el final se hizo un poco pestosillo, aunque el paso por ciudades como Gersau o Weggis compensaba el esfuerzo.
Esta etapa la hicimos Carlos, Bernardo, Alfredo B., Roberto, y yo. Alfredo H., Gustavo, y Benja nos esperaban en el camping de Lucerna con las viandas que dimos cuenta a orillas del lago, acosados por patos, cisnes, fochas, y demás especies de aves acuáticas. Como no podía ser menos, Lucerna se precia de ser una de las ciudades de Suiza más fotografiadas y más ilustremente visitadas, y por eso estábamos nosotros allí. ¡Ea!
Fuente: Blog de Fernando Dueñas: Camino Español