Durante los primeros 30 años se sigue la moda de finales del XV. Pero se dejará de lado en la cuarta década, salvo por aquellos que todavía se sienten cómodos con la melena larga. Por los años 20 vuelve la barba y el bigote.



–Este es un post invitado. No está escrito por nosotros pero nos ha parecido interesante compartirlo en El Camino Español porque complementa la época y nos ayuda a estar atentos a detalles que, siendo importantes, de habitual se nos escapan–
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Con la llegada de Carlos V a España empieza a estilarse la melena que él llevaba en aquellos momentos: muy corta, lacia y recortada en una perfecta línea recta.


Pero llega la hecatombe, o la modernidad, en el año 1529: el Emperador se corta el pelo de manera drástica y muchos no tiene más remedio que seguir la tendencia, eso sí, entre lágrimas. De todos modos, las personas mayores no renunciarán a su media melena.


Durante el reinado de Felipe II, el bigote se alarga y va caído y ligeramente curvado bajo la comisura de los labios.

En los últimos años aparece el copete, es decir, el pelo se lleva levantado sobre la frente. Empezó por elevarse todo el flequillo. Hacia 1602 es más abultado, rizado o ligeramente ondulado (durará hasta los años 30). Habrá, por supuesto, quien lo considere un estilo propio de afeminados:



El cuidado de la barba y el bigote, y por lo tanto recortarlos de mil maneras, comenzará tímidamente a finales del XVI para tener su apogeo en el XVII.
Entre la gente joven se lleva la barba corta. La perilla se pone de moda en los años 90, siendo variada en tamaño y forma (tendrá una larga vida). El resto del rostro se afeitaba. El bigote en general era largo e iba con las puntas caídas o en horizontal. Pero entonces tiene lugar otra revolución hacia 1600: la de doblar las puntas hacia arriba (ver retrato de Felipe III). En algunos casos las puntas se llevaron abiertas y levantadas, en otros muy curvas y afiladas (tenacillas, engomado o bigotera de cuero al servicio de sus dueños). Estos bigotes levantados será signo de bravura y, por supuesto, se utilizará como arma de seducción-

Las personas mayores y los letrados preferían barbas largas, sin atusar.
Hacia los años treinta el hombre empieza otra vez a dejarse crecer el pelo (que alcanzará la espalda durante el reinado del Carlos II) y se coloca un mechón por delante de las orejas. El bigote se lleva grande:


Los villanos (que no renuncian a su barba poblada) y el resto de la población llevarán el pelo corto, salvo cuando vuelve a ponerse de moda el pelo largo.

Sobre Hencinarys: Aficionada a la Historia de la Ropa, salvo del XVIII al XX, algo de manía hay en ello. Aficionada al curioseo. Frustrada entomóloga, entre otras muchas cosas. Su Blog Opus Incertum, dedicado a la historia del vestido en España desde la Edad Media hasta el Siglo XVII con anotaciones sobre costumbres y personajes.