La longitud geográfica, el navío «El Glorioso» y 4.000 millones de Euros con destino España

‘Lizard’ es una península al sur de Cornwall, en Inglaterra. Es el punto mas al sur de las Islas Británicas y ha sido desde tiempos inmemoriales escenario de muchos desastres marítimos. La costa alrededor de la Península Lizard es particularmente peligrosa para la navegación y las rutas marítimas. De hecho la zona circundante se la conoce históricamente como «»Graveyard of Ships», el cementerio de barcos. Muchos gritos de angustia, desesperación y muerte albergan las aguas del ‘Lizard Point’.

Perdón por la disgresión, pero no deja de ser curioso que pronunciado en alto y en español, ‘Lizard point’ suene bien. La cosa cambia un tanto cuando te dicen que ‘lizard’ es lagarto o lagartija. ‘Punta lagartija’ ya no tiene tanto glamour, la verdad… supongo que a ellos, a los ingleses, les pasará lo mismo con sus palabras y con los sonidos de otros idiomas. Que les sonarán más ‘glamourosos’ que los suyos propios… bueno a lo que vamos…

La cuestión es que los marineros tanto ingleses como españoles para posicionarse en el mar utilizaban como referencia la latitud que ya se sabía como calcularla desde antiguo. Pero la posición de la longitud era otra historia. Los españoles a fuerza de enfrentarse a los Océanos (no ya el Atlántico sino sobretodo el Pacífico) desarrollaron su propia manera de calcular la longitud de una manera lo suficientemente precisa como para dominar la navegación transoceánica durante más de 250 años.

Para ese cálculo era necesario tener una posición de referencia. Los ingleses tenían la suya: el ‘Lizard’ point. La punta lagartija. El punto geográfico más al sur de las islas Británicas. Así los cálculos que realizaban los ingleses para obtener la longitud las hacían en referencia a ese punto geográfico fijo que vendría a ser el 0º (si trazaras una línea imaginaria entre polo y polo)

Los españoles utilizabamos también nuestro propio punto de referencia: El Meridiano de Tenerife.

Justamente a la Isla de Tenerife se le llamó durante mucho tiempo la Isla del Meridiano (razón que compartía también con la Isla del Hierro, la más occidental del Archipiélago). Sea como fuere, nuestra referencia naval para el cálculo de la longitud era el Meridiano* de Tenerife, el punto de 0º de longitud.

Ahora situémonos en el escenario adecuado. Esto es, un punto del Atlántico…

Un 25 de julio de 1747 el capitán de navío apuntaba en su cuaderno de bitácora «a las 5 de la mañana (…) en la latitud de 41 grados; y en la Longitud 352 grados 20 minutos, meridiano de Thenerife del Cabo Finisterra 207 leguas…«. El Glorioso, un navío de guerra español que transportaba metal precioso por valor de 4.000 millones de euros en sus bodegas (al cambio actual), avistó diez velas en su proa.

Por la otra parte… «at 7 o’clock in the Morning, as the Ships lay becalmed in the Latitude 40-38, and Longitude from the Lizard 21-22, they discovered a Sail to the Westward«. Este apunte del cuaderno de bitácora pertenece al barco de guerra inglés que comandaba la flotilla avistada por el navío español. (Atención al hecho de utilizar la palabra ‘meridiano’ mientras los ingleses, no. Ellos hacían referencia solo a la lagartija…).

En esos dos párrafos anteriores teneis el secreto de por qué Inglaterra, aún a mediados del siglo XVIII, no estaba en condiciones de ser una potencia naval de referencia. Los barcos ingleses de guerra indicaban su posición en longitud (en este caso 21-22, es decir 1º de margen de error o lo que es lo mismo ¡¡ 111 kilómetros !! ) con un margen de error que es inaceptable si quieres ser una potencia marítima de verdad y no un puñado de piratas persiguiendo barcos.

En el lado contrario, después de dos siglos de experiencia acumulada, los barcos españoles sí que sabían posicionarse exactamente en el mar indicando la longitud en grados y minutos. No sólo eso, también su distancia a la costa (207 leguas, teniendo en cuenta que El Glorioso venía desde América). Otra dimensión en lo científico, señores.

El reconocimiento y la ubicación geográfica estaba plenamente integrado en la ciencia española. Este Plano de las Islas Malvinas de 1769, daba su situación precisa en la latitud de 51 grados 28 minutos sur, y en 316 grados 30 minutos de longitud según el Meridiano de Tenerife (arreglado a los últimos reconocimientos en ellos por mar y por tierra por su Gobernador Don Phelipe Ruiz Puente, indica el propio plano).

01

Mientras tanto el relojero John Harrison iba pariendo el cronómetro marino de mano. Desde la primera versión (el H1, en 1735) sacó otras mejoradas (el H2,H3,…) pero que no entraron en un barco en mar abierto. James Cook en su segundo viaje en 1772 (¡¡¡en 1772!!!) llevó un cronómetro a bordo de un barco de investigación. Con ello se ganó en precisión… pero el trabajo de conectar el mundo y cartografiar América, señores míos, ya lo habían hecho los españoles. Y ese mérito, que es el de nuestros mayores, no nos lo quita nadie.

El Camino Español

PD: El navío español, por cierto, era el San Ignacio de Loyola, llamado habitualmente «El Glorioso» y el contenido de sus bodegas llegó a buen puerto. Como tantas y tantas miles de veces durante casi tres siglos. No os perdais su aventura. Entendereis muchas cosas de por qué fuimos capaces de hacer todo lo que hicimos… y tal vez nos de pistas de qué cosas tenemos que cambiar para mejorar.

* lo del meridiano de Greenwich como punto de referencia 0º fue adoptado en una conferencia internacional celebrada en 1884

9 comentarios en “La longitud geográfica, el navío «El Glorioso» y 4.000 millones de Euros con destino España”

  1. No estoy muy de acuerdo… Dices que los españoles sabían determinar con precisión la longitud pero no explicas cómo.

    1. me encantaría poder hacerlo, pero no lo sé Carmen. Pero que podían y sabían esta claro como el agua clara. Lo que no acabo de entender es que nadie sepa cómo lo hacían.

      saludos

      David

      1. Mediante la velocidad de la nave, que calculaban con el método de los «nudos». De esta forma obtenían buena aproximación de la distancia recorrida. Conociendo la latitud el resto solo requería habilidad de navegante, de gran navegante.

      2. caminoespanol

        Hola Alonso,

        eso servía para la navegación costera. Pero para la navegación oceánica, sin longitud, estás perdido. Cómo atraviesas el Pacífico (cuatro veces América) y llegas a puerto si una tormenta de dos días te saca de la ruta? Sin longitud no hay navegación. Los ingleses lo sabían bien que solo la empezaron a dominar muy a finales del siglo XVIII.

        Un cordial saludo

        David

  2. Llevas toda la razón. La evidencia es abrumadora. El Galeón de Manila y su continuación hasta la península por el Atántico sólo fue golpeada por la piratería en contadas ocasiones.

    Los piratas y corsarios podrían haber conocido las rutas atlánticas (Drake por ejemplo, al hacerse con cuadernos de bitácora y cartas de navegación de algunos Pataches españoles) y más adelante la del mismo Galeón de Manila, pero luego eran incapaces de situarse en ellas con la exactitud requerida.

    Debieron de manejar de forma magistral la observación nocturna, fijando numerosas referencias del casquete celeste durante diferentes épocas del año. Y todo ello con la Casa de Contratación como fuente y sumidero de ese mar de datos…

    El ejemplo del Glorioso con que ilustras la diferencia de método de localización entre los ingleses y los españoles es apabullante y embarazoso para los que 6 años atrás habían acuñado monedas con la cara de Vermont para nada …

  3. Bernardo Santiago

    Los españoles tampoco sabían calcular longitudes con exactitud. Nadie sabía.
    Sabían perfectamente navegar por estima, determinar con precisión la latitud desde tiempos muy antiguos, con ballestillas, (y puede que ocasionalmente algunos utilizaran el kamal) y con cuadrantes, sextantes, etc.
    Ni siquiera Colón fue más allá de brújula y cuadrante, y sin embargo supo ir y volver sin demasiados problemas.
    La longitud, nadie supo nunca cómo determinarla con precisión hasta el invento de John Harrison, si bien los españoles (y los demás) utilizaban tablas astronómicas elaboradas desde el S IX por astrónomos toledanos dirigidos por Azarquiel y posteriormente perfeccionadas ya en tiempos de Alfonso X , las célebres tablas alfonsíes. La reelaboración y corrección frecuente de estas tablas ayudaba permanentemente a mejorar la estima de las longitudes sin demasiado margen de error y
    El intercambio de conocimientos en la Casa de Contratación, donde se formaban todos los pilotos, completaba este modo de hacer, que no debía de ser muy malo, vistos los resultados.
    Desde luego los españoles sabían estimar longitudes mejor que otros navegantes, pues no constan en la historia de la navegación española mayores desastres ocasionados por cálculos erróneos, al contrario de lo que les ocurría a veces a navegantes de otras nacionalidades.

    Hasta tal punto era imposible determinar longitudes que, cuando Magallanes preparaba su viaje trajo con él y decidió llevar consigo a un astrónomo sabio y medio loco que habría de compartir con el propio Magallanes nada menos que la responsabilidad del mando de la expedición: Ruy Faleiro, portugués, extraordinario calculista que decía haber elaborado un método para establecer exactamente la longitud.
    Desafortunadamente, no llegó a embarcar, por haber enloquecido por completo y definitivamente antes de la partida.

    Galileo, posteriormente, comunicó a Felipe III de España otro método igualmente infalible para lo mismo. Los asesores del rey sabrían más que Galileo, porque lo rechazaron.
    Seguramente Galileo lo que pretendía en realidad era obtener la generosa pensión vitalicia que la corona tenía ofrecida al «descubridor de la longitud». Esta recompensa podría servir de prueba indiscutible para firmar que ningún navegante español la había descubierto. Y no digamos los extranjeros.

    Existe una obra muy recomendable para profundizar en el problema de la longitud y su resolución, escrita por la estadounidense Dava Sobel en 1995 «Longitude», traducida y publicada en editorial Debate con el mismo título,» Longitud»,
    en 1997, ISBN 84-8306-145-7

    1. caminoespanol

      Hola Bernardo,

      tienes toda la razón… hasta el cronómetro no se calculó la longitud con absoluta precisión. Pero no es menos cierto que los españoles la aproximaban con la suficiencia necesaria para dominar todos los Océanos y como bien dices sin desastres por cálculos erróneos.

      Por poner un símil, ahora se puede ir a la luna con cálculos muy, muy precisos… pero a la luna se fue en el 69 y seguro que hubo «aproximaciones» que ahora harían temblar las carnes a más de uno. ¿Alguien, en su sano juicio, le quita mérito a los que llegaron a la luna en el 69?

      Un cordial saludo

      David

  4. Buenas tardes.
    Veo tarde este artículo, interesante pero que me suena un poco a «batiburrillo»: problema del cálculo de la longitud, buque trasportando caudales,…
    Muy interesante las opiniones de algunos entendidos en el tema. No soy marino pero que los españoles tenían algún método para calcular su posición es claro. De hecho los «descubrimientos» de Cook en el Pacífico en el siglo XVIII está más que concluyentemente demostrado que se basaron en los mapas y cálculos expoliados por los británicos cuando ocuparon brevemente Manila.
    Un saludo

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