La Banana Azul Europea y El Camino Español: Economía en estado puro

La Banana Azul, también conocida como Megalópolis Europea o Dorsal Europea, cubre una de las mayores concentraciones de habitantes, dinero e industria del mundo. El apelativo tiene que ver con su forma. Lo del azul y lo de la banana se lo puso un francés. Pero que el nombre no os despiste, la Banana Azul es economía en estado puro y coincide completamente con el recorrido del Camino Español. No es casualidad.

La Banana Azul es economía en estado puro. Por una parte, está comunmente aceptado que la economía se desarrolla mucho mejor en entornos seguros y abiertos (de sentido común…).

Cuanodo decimos «seguro» no es solo que no haya robos. La seguridad tiene en la disponibilidad uno de sus factores clave porque genera confianza. La idea que transmite esa ‘Disponibilidad’ es que siempre que se quiera utilizar un servicio éste esté disponible. Pensad por ejemplo en acceder a la web de tu banco y en mitad de una transferencia te diga algo como «Server not found»… y lo intentes otro día y pase lo mismo ¿Repetirás?. Pues eso. La Disponibilidad es clave en la Seguridad porque genera confianza. Por contra la desconfianza mata la economía. No es el único factor pero si fundamental.

 Lo mismo ocurría en el siglo XVI cuando querías enviar tus mercancías entre Milán a Bruselas, por ejemplo, había que estar razonablemente seguro de que la ruta era viable como para aventurar tus mercancías.

Y esa seguridad la daba El Camino Español. Y lo daba porque durante las décadas que estuvo ese canal abierto habilitando diferentes rutas útiles por diferentes caminos y por distintos Estados (es decir disponibilidad). Cierto es que la Monarquía Hispánica lo hizo por necesidad para sortear los cambios geopolíticos (la cansosa Inglaterra, los pedorros de los Mendigos del Mar y la envidiosa Francia) pero las rutas quedaron marcadas por su uso y los comerciantes tomaron buena nota de ellas.

La base para construirlo fue la alianza basada en la confianza de la Monarquía Hispánica con aquellos pequeños Estados: Reputación (Milanesado, Saboya, Franco-Condado, Lorena, Cantones Suizos, Alsacia, Países Bajos…) que junto a su posición preponderante consiguió alinear a estos Estados independientes para abrir una ruta logisticas militar, que luego fue utilizada y transformarda en una ruta comercial y de intercambio de personas e ideas. Una ruta vertebradora. Ningún otro país de Europa podía hacer eso (además ¿para qué?). Es más, ninguno estaba en condiciones de intentarlo siquiera. Sólo la Monarquía estaba en condiciones de mantenerlo abierto y disponible para alcanzar un objetivo claro.

El esfuerzo fue enorme de mantener la ruta abierta. Titánico. Casi un siglo luchando contra todo y contra todos («Todos contra nos, nos contra todos») para mantener los territorios de la Monarquía conectados (España con Milanesado y Países Bajos); dinero a manos llenas (El quinto del rey para mantener las voluntades afines), incluso renunciar a reinos (Bohemia y Hungria: Tratado de Oñate). Al fin y al cabo,hace cuatro siglos igual que ahora (solo que ahora lo llamamos Internet). La Monarquía Hispánica fue la primera en darse cuenta del cambio de era que se estaba produciendo, Felipe II concretamente.

Avanzado ya el siglo XVII la conexión entre Milán y Bruselas, a través de las diversas vías abiertas por el Camino Español, era, por uno u otro ramal, lo suficientemente segura para que los comerciantes aventuraran sus negocios a través de ella con ciertas garantias y confianza. Era lo suficientemente segura como para que incluso los artistas flamencos (que viajaban con poca o ninguna protección) decidieran ir de Bruselas a Milán para luego pasearse por la península Itálica a conocer el Renacimiento o el Barroco. El propio Felipe II lo utilizó para la transferencia tecnológica. Si hasta los pijos ingleses lo utilizaban en su Grand-Tour (que es en realidad, el Camino Español).

El trasiego de personas por las rutas abiertas por El Camino Español sobrevivió a los Tercios y a la propia memoria del Camino Español. Todo aquel que tuviera algo que ofrecer y estuviera cerca de aquella ruta intraeuropea estaba más cerca de ofrecer sus servicios en Bruselas (y el Atlántico) o/y en Milán (y el Mediterráneo). Y tonto el que no lo aprovechara.

A comienzos del siglo XVIII no había ninguna ruta intraeuropea terrestre y que abarcara diferentes Estados que pudiera igualar ese tránsito, ni la pujanza económica que se generaba en el área de influencia de lo que era El Camino Español.

No solo por el Camino Español, claro. En esa zona habia también población,   y también, materia prima y otros muchos elementos que hacen falta para que las economías se mantengan y crezcan. Pero habilitar esa ruta inició el círculo virtuoso para activar ese espacio económico fundamental ahora en Europa. Y sí, a nuestros ojos, fue la Monarquía hispánica la que construyó en el siglo XVI y XVII ese espacio económico «común» que, gracias a su disponibilidad, se mantuvo abierto contra viento y marea.

Inglaterra se añadió mucho después a la pre-<<Banana Azul>>. En la revolución industrial, más que nada porque esa «proto-Dorsal europea» era mayoritariamente católica y eso casaba mal por entonces con la protestante Inglaterra. Eso sí, cuando la Revolución industrial desembarcó en Europa (vía Amberes y Bruselas entre otras capitales), vió en esa ruta una autopísta rapidísima de propagación de los nuevos conceptos económicos e industriales. A raiz de entonces la Dorsal Europea dió el estirón definitivo.

Esta autopista fundamental en la economía y el progreso de Europa, la Banana Azul, la Dorsal Europea, la abrieron los Tercios Españoles de Flandes y durante decenios se llamó «Chemin des Espagnols», El Camino de los Españoles. Y si teneis otra teoría mejor sobre la génesis de la Dorsal Europea somos todo oídos.

El Camino Español

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