Cuando las batallas solas no cuentan la Historia: Rocroi

Contaba con 14 años, Luis de Borbón-Condé (al mando de la tropa francesa y protagonista en la batalla de Rocroi), cuando allá por el 1635 Francia le declaró la guerra a España en un momento de máxima exigencia para ésta última. Y aunque esa guerra se engloba dentro de la guerra de los 30 años (1618-1648), de la que España y Francia eran actoras «secundarias», en realidad era una confrontación que buscaba un objetivo claro: La hegemonía en Europa. El Cardenal Richelieu era quien ejercía el poder en Francia, Olivares en España.

Aunque actores secundarios, ambas potencias gastaban recursos ingentes en ella y buena parte de sus preocupaciones se centraba por el escenario que se desarrollaba en Centro-Europa. Aún España tenía otro frente abierto: Flandes (donde los Orange-Nassau habían enquistado la guerra civil que iniciara Guillermo de Orange y su hermano Luis de Nassau). ¿E Inglaterra? tal vez os preguntéis. Permitíos una pequeña sonrisa… Inglaterra seguía siendo un cero a la izquierda desde que terminara la Guerra de las Armadas  contra España allá en 1604. Pero sigamos…

Como a Francia no gustaba el color que estaba tomando la Guerra de los 30 años (la victoria con protagonismo español de la batalla Nordlingen, 1634, hizo mucho daño…), decidió tomar cartas en el asunto de una manera directa. Buscó las excusas necesarias para declarar la guerra a la Monarquía Hispánica en 1635 en su punto más débil por difícil de defender: Los Países Bajos Españoles.

Así la guerra abierta entre España y Francia comenzó con la invasión francesa de los Países Bajos Españoles, con un ejército francés de unos 35.000 efectivos que avanzaron hacia el norte para adentrase en territorios de la Monarquía Hispana. Al ataque francés respondió la monarquía hispana con buen temple tomando ventaja en el escenario de las operaciones pero con el paso de los años y complicado como estaba el escenario europeo, la ventaja española tornó en ventaja francesa hacia 1643.

Por entonces, El Duque de Enghien, Luis de Borbón-Condé, alcanzaba los 23 años y su primera intervención militar había sido un año antes justamente contra tropas españolas. Algo tendría el chaval porque para mayo de 1643, liderando a los franceses, se enfrentó a los Tercios de Francisco de Merlo en Rocroi, venciéndolos en la batalla que toma nombre de la población, y de la que se celebra efemérides el 19 de Mayo. Una batalla de transición con una importancia relativa y donde los, a priori, vencedores franceses, sufrieron más bajas que los españoles (así que llamar victoria a aquello se nos antoja el descojone padre).

Pero aquella Francia que le discutía la hegemonía a España tenía los pies de barro…

En 1643, hacía un año que el Cardenal Richelieu sondeaba los confines del infierno después de morir asqueado de la vida por no haber conseguido hacer mella en la hegemonía española en Europa (entendió que cortar el Camino Español era clave para debilitar la Monarquía Hispánica y lo convirtió en cuestión de Estado). Aún resonaría en sus oídos la victoria de Nordlingen o ver como su alianza contra natura con los protestantes, traicionando a su fe católica (nada nuevo bajo el sol. También lo hicieron con los turcos…), no obtenía recompensa. Amén de cuajar a impuestos al pueblo francés para mantener la guerra que haría temblar en un futuro cercano los cimientos de Francia.

Un Richelieu que tenía la fama cierta de ser el segundo hombre más rico de Francia, solo superado por el Cardenal Mazarino, su delfín y heredero en el puesto (y luego, ya si eso, el rey francés). Lo decimos por aquello que se cuenta siempre de los tejemanejes de Olivares para hacerse con unos ducados de otros nobles a cuenta de las burbujas inmobiliarias. En Francia, ya veis, no era necesario maquillar nada.

Pero sigamos. También el Rey francés, Luis XIII había muerto hacía poco. El sucesor, Luis XIV, era un crío de 6 años (sería el rey «sol»). La reina regente, la española (de Valladolid, mismamente) Ana de Austria, no estaba en disposición de ejercer libremente el poder. Su sucesor, el Cardenal Mazarino, no cambió la política de ahogar en impuestos al pueblo de Francia para continuar con la guerra contra España (e incrementar su patrimonio…). Eso provocó protestas de dimensiones nacionales y a todos los niveles: La Fronda crecía desbordada.

Es aquí donde nuestro protagonista vuelve de nuevo a aparecer y es que la Fronda, nacida de la necesidad y las protestas, es liderada por los príncipes y nobles franceses para arremeter contra el Cardenal Mazarino (como siempre, los que ejercen el poder a lo suyo. Aquí, en todos lados y desde siempre). Los líderes de la Fronda piden ayuda al monarca español… y, claro, el cielo se le abre de par en par a Felipe IV, que anda con los franceses metidos en Cataluña.

Las diferencias entre Mazarino y el Duque de Enghien se van al terreno más personal y éste último decide cambiar de bando y ponerse de parte de España (lo que son las cosas…). Y corre el año 1653. Una de sus victorias más sonadas para las armas hispanas fue asesorando a Juan José de Austria en la batalla de Valenciennes (1656) donde los españoles, en desventaja numérica noquearon a los franceses. Un estremecimiento recorrió de punta a punta Europa de nuevo.

La batalla de Valenciennes, Lámina de Ferrer-Dalmau

Pero no. El Duque de Enghien junto a Juan José de Austria y liderando a los Tercios en la batalla de las Dunas (1658), no pudieron vencer a Turenne y las tropas franceses en aquella, esta vez sí, decisiva batalla. Un año después se firmaría la Paz de los Pirineos donde el Duque de Enghein, ya con 48 años, volvería al redil al ser perdonado por el rey francés.

Y dicen que Francia salió vencedora de aquel enfrentamiento contra España. Y lo sustentan en que Francia se apropió de Artois, el Rosellón y tal… y de todo eso, Rocroi, es la batalla que simboliza la pérdida de hegemonía española en Europa. Pues vale…

Pero pocos suelen caer en la cuenta que desde tiempos de Felipe II, España ya pensaba en un mundo globalizado (conectar 4 continentes es lo que tiene). Y era la única potencia que además de pensar de manera global actuaba en esos términos. Es por eso que pocos años después Luis XIV siguió por el camino de aumentar territorios en Europa (Franco-Condado, Alsacia), como hizo su padre de la mano de Richelieu y Mazarino (Artois, Rosellón…). Continuando una política más que obsoleta que volvió a convertir Europa en un campo de minas, mientras a los franceses se les escapaba de entre sus manos los territorios e influencia en América que paulatinamente caía en manos inglesas pero, sobre todo, españolas.

Es por eso que ahora el francés es residual en América… porque el Rey Sol, antecesores y sucesores franceses, no entendieron que, en el siglo XVI y de la mano de España, el mundo había cambiado para siempre y que el verdadero futuro se libraba en América.

Qué no daría la «La France» ahora para que el francés lo hablaran los 570 millones de personas que hablan español…

El Camino Español

PD:
Español: 470 millones de hablantes nativos, 570 millones de hablantes según el Instituto Cervantes
Francés: 75,9 millones tienen el francés como primera lengua. 153 millones de personas lo hablan como segundo idioma, según los datos publicados por Ethnologue

1 comentario en “Cuando las batallas solas no cuentan la Historia: Rocroi”

  1. Muy bien traído el artículo, y a dos días por cierto del aniversario de San Quintín.

    El Camino español aún se mantuvo algunos años más por la vertiente suiza. Mucho más costoso pero se mantuvo.

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