La Flandes del siglo XVI vista por un Capitán de los Tercios (II): Los Flamencos y su «vicio»

Nuestro admirado capitán sabe como decir las cosas, eso está claro. El primer párrafo lo demuestra. Primero un elogio:

«Todos sus moradores son dados generalmente á las mercadurías, la mayor parte á las armas, porque las prolijas guerras de tantos años los ha enseñado á ser grandes soldados y valerosos«,

luego, el mazazo:

«si bien el vicio tan grande del beber los ha hecho muchas veces prevaricar del uso de la razón«,

siguiendo con otro elogio, para endulzar:

«y es lástima que en tierra tan populosa y rica, y de la mayor recreación que hay en Europa, pues para encarecer cualquiera cosa se dice comunmente en nuestra España : «no hay más Flandes»

Al igual que en el artículo anterior de la serie, nuestro capitán da otro ejemplo de que, desde entonces, tampoco han cambiado tantas cosas. Nos cuenta que los flamencos son «altos de cuerpo, hermosos, bien hechos y proporcionados«. Le ha faltado lo de rubios, pero lo suponemos.

Igual que sus herederos actuales son dados «al ejercicio de las lenguas naturales y extranjeras, y sin salir de sus casas usan todos tres o cuatro, como la alemana, latina, flamenca y francesa«.

Los flamencos, dice, «son de naturaleza frios«, así que «cualquiera cosa hacen con mucha flema y reposo«. No se enojan y ni encolerizan ni son soberbios, ni mienten: «antes son tan verdaderos, que primero se dejarán morir que decir una mentira«.

También por entonces eran «muy amigos de novedades«. La compra de tierras era una de sus prioridades y había un deseo real de ser rico que igual escapaba a lo razonable: «tan avarientos que pocas naciones se les iguala«.

Algún ‘pero’ debían tener. Nuestro avispado cronista no tiene duelo en sacarlos a la luz: «Son tan fáciles en creer cualquiera cosa , que con poca diligencia los engañan«, y como la frialdad para unas cosas es buena y para otras no: «unos á otros se tienen poco amor, y con pequeña ocasión se aborrecen y hacen la guerra«.

Además, dice Vázquez, «son vengativos» aunque también muy «animosos en emprender dificultades» y con tanto ahínco y determinación que «aunque vean su perdición a los ojos no admiten consejo ni desengaño, y son tan pertinaces que se dejan acabar las vidas antes que volver atrás«. Que según cómo es malo, pero para unas gentes que viven en costa y en tierras que están por debajo del nivel del mar parece más bien positivo.

«Tienen un bárbaro ánimo«, continua el cronista, así «cuando por sus delitos están al pié de la horca jamás se les ha conocido temer la muerte, ni turbarse, ni mudar el color del rostro«. Aunque también, apunta Vázquez, que «Son muy ingratos; jamás reconocieron beneficio, y en vez de agradecerlo agravian y maltratan con poca ocasión al que les hace algún bien como se ha visto y se ve por experiencia las muchas veces que fueron por sus rebeliones conquistados y perdonados de sus señores«.

TSR_cuadroEntendemos que hace este apunte motivado por la situación de guerra abierta entre católicos y protestantes y dado que su rey por entonces, Felipe II, quería que se alejaran del camino hereje que les llevaba directamente al infierno (o eso pensaba él). Sea como sea, da otros ejemplos anteriores de este tipo de actuación tan «desviada» a sus ojos:

«como lo hicieron en su tiempo los condes Guido, Felipe el Bueno, los dos Luises, Carlos el Atrevido, Joan el segundo, y en los años de 1303 y los de 1306, 1382, 1404 tuvieron otras muchas rebeliones , y todas se apaciguaron por fuerza de armas , y el año de 1492 hizo lo mismo Maximiliano el primero, y últimamente el Emperador Carlos quinto, de feliz memoria, y las que en nuestros tiempos se han visto apaciguadas por el prudente Rey Felipe II , nuestro señor; y hoy el cuarto, continúa las guerras con ellos, y procura sujetallos con el trabajo, gasto y asistencia posible, sin sacar más fruto del que se ve por experiencia, pues tan sin ocasión toman las armas cada dia , perdiéndole el respeto , y lo mismo á Dios, nuestro Señor, y á sus Santos, quemando sus reliquias y derribando sus templos

Piensa el Capitan Alonso que no es otra cosa que el vicio del «mucho beber» lo que está «privándoles de sus sentidos» y «los ha traido á este miserable estado, y aunque lo conocen, no se van á la mano, antes perseveran con más calor, como si el que les da la bebida les hubiese de librar de semejante vicio«.

Sin embargo, nos dice, no debe extrañarnos que «tengan tan grande (vicio)…, pues lo maman con la leche desde niños al pecho de las madres , y el rato que las dejan les ponen en las manos unas tetas de madera contrahechas, llenas de vino ó cerveza, y maman en ellas de la misma manera que de las naturales, como si fuera leche, hasta que los destetan. Deste artificio, mezclado con la naturaleza, les viene tan notable daño como la embriaguez«.

TSR_Cuerno_horn

Es sabido del uso del vino y cerveza para calentar los cuerpos y ayudar así a protegerlos del frío. No sabíamos, sin embargo, del hecho de que se empezara tan pronto, la verdad. El ‘artilugio’ es el biberón que apareció durante la edad media (utilizando cuernos de vaca agujereados y recubierto con ubre de vaca o de tela. Aquí más info) pero que el siglo XVI se empezó a «fabricar» en diferentes materiales.

Del ‘vicio’, hablará, nuestro capitán en la próxima entrega y nos dará exhaustivos (y algunos graciosos de verdad) ejemplos de cómo vivían la embriaguez los flamencos del siglo XVI.

El Camino Español

Alonso Vázquez (Ocaña o Toledo 1577 – Andújar 1615), Capitán de los Tercios de Flandes y excelente cronista. Nos legó el más extenso testimonio histórico que disponemos sobre las guerras de los Países Bajos desde 1577 hasta 1592, en algo más de 1.700 páginas impresas. «El autor que más espacio ha dedicado a la descripción pormenorizada de la gente y de sus usos y costumbres» enriqueciendo su aserción con numerosas citas y ejemplos.

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