La Inglaterra del Siglo XVIII: El Estado moderno más débil del mundo (V). La CIO y la Independencia de las Trece Colonias

Introducción
Tal y como apuntamos en el anterior post, la Ley del Té generó una oleada de protestas relacionadas con los impuestos que desembocaron en la guerra de la independencia de las Trece Colonias. Pero, para que unas protestas contra los impuestos acabe en una guerra fraticida, seguro que tiene que haber algo más. Crujir al gobernado a impuestos viene haciéndose desde antiguo y provocar una guerra intestina únicamente en base a eso no parece suficiente.

¿Qué fue lo que agudizó la frustración de los colonos como para aventurarse a una guerra abierta contra la metrópoli que militarmente era tan poderosa? Pues para responder a eso, necesitamos ir por partes…

De la guerra exterior a la deuda
La ley del Té (mayo de 1773), que tenía como objetivo fundamental salvar de la bancarrota a la CIO ), fue la gota que colmó un vaso que empieza a llenarse a borbotones a partir de la Guerra de los Siete Años (1756-1763), un precedente que no podemos obviar porque es nuclear para lo que acontece después.

¿Qué fue la Guerra de los Siete Años en 30 palabras? Conflicto europeo a cuenta de un territorio en Centroeuropa, Silesia, entre Austria y Prusia, que iniciaron el follón. Llegado el momento, Inglaterra se alineó a Prusia y Francia a Austria.

Más allá del resultado (victoria anglo-prusiana) , lo que importa es que el conflicto provocó muy serios apuros financieros a Inglaterra. Inglaterra y Francia, que les importaba un comino Silesia, apoyan cada uno a uno (que ya ves tu la necesidad…) porque estaban en juego otros asuntos más allá de un terruño perdido en Centroeuropa: El comercio en India y Norteamérica.

Sea como sea, el gobierno británico había pedido prestado enormes cantidades de dinero para financiar la guerra y, como consecuencia, la deuda nacional casi se duplicó (de 75 millones de libras esterlinas en 1754 a 133 millones de libras esterlinas en 1763).

Los miembros del Parlamento determinaron que las Trece Colonias estaban obligadas a compartir los costos de la guerra para enjuagar la deuda y ayudar a sanear la hacienda. Olvidaron, eso sí, compartir los beneficios de la victoria. Cosas que pasan.

De la deuda a la guerra interna: Pasito a pasito.
Con el fin del conflicto en 1763, el ejército británico se redujo drásticamente para adecuarlo a los tiempos paz.

· Paso 1: Ejército de ocupación
Reducir el ejército era la idea, pero verás: en Gran Bretaña se acantonan poco más de 11.000 hombres; otros 10.000 para el establecimiento irlandés; y 10.000 para las colonias americanas.

Dicho de otro modo mas claro: la relación era de 1 soldado cada 818 habitantes en Gran Bretaña (unos 9 millones); En Irlanda, que andaba con ganas de meterle el dedo en el ojo a los ingleses a finales del siglo XVIII, la relación era de 1 cada 200 aprox. (eran unos 2 millones). Y mira tu qué cosas, en las colonias americanas también 1 soldado para cada 200 personas (había por entonces del orden de 2 millones de habitantes); Algo olía a chamusquina en la Norteamérica inglesa…

Los colonos, además de ver a los ingleses como un innecesario incomodo (los soldados eran alojados en las casas de los propios colonos) e incluso un peligro para el orden público (las borracheras y la prostitución estaban entre sus hábitos mas cotidianos y extendidos), no veían necesidad de tanto soldado ya que no quedaban indios de los que defenderse (los habían exterminado a todos o echado de sus tierras), ni franceses, que habían sido vencidos y andaban con el rabo entre las piernas. Así que, desde su perspectiva, los soldados británicos eran ni más ni menos que un ejército de “ocupación”.

· Paso 2: incremento de impuestos
En cualquier caso, todo ese despliegue había que pagarlo. Y ahí surgen la retahíla de impuestos: El primero fue la Sugar Act (Ley del Azúcar) de 1764, Poco después llegó la Stamp Act (Ley del Sello) en 1765, que además de gravar el papel sirvió para controlar la creciente libertad de prensa colona. Dos pájaros de un tiro.

Los colonos no aceptaban de buen grado el pago de impuestos sin tener representación en el Parlamento, así que las protestas no tardaron en llegar. Pero mira tú que, como los comerciantes ingleses de la Metrópoli también se resintieron, ejercieron la debida presión para que fuera derogada. La ley del Sello y la del Azúcar se revocaron en 1766. Qué blanditos estos parlamentarios ¿no?

Sin embargo la necesidad de dinero era imperiosa, así que el Parlamento inglés se sacó de la manga otros impuestos agrupados en las Leyes de Townshend, diseñadas no solo para recaudar ingresos sino también para hacer cumplir la autoridad de la Corona sobre las Colonias Americanas. Entre ellos, de nuevo, el impuesto del sello.

Ahora bien, la relevancia de estas nuevas leyes radica en que el Parlamento británico dejaba meridianamente claro que los colonos pagarían los impuestos que dijera el Parlamento inglés. Con o sin representación en el Parlamento. Es decir, sin representación. Y punto pelota.

· Paso 3: funcionarios leales a los gobernantes, no a los gobernados.
No solo eso… Las leyes Townshend utilizarían los ingresos recaudados para pagar los salarios de gobernadores, jueces coloniales y soldados, asegurando la lealtad de los funcionarios gubernamentales de las Trece Colonias a la corona británica, no a los gobernados. El malestar afloró y las protestas se materializaron. Principalmente en Boston.

· Paso 4: más leña al fuego
En respuesta a esas protestas y boicots, los británicos enviaron tropas para ocupar Boston y sofocar los disturbios. Para 1769 más de 2.000 soldados británicos habían llegado a Boston para restablecer el orden. un número muy elevado considerando que solo unas 16.000 personas vivían en Boston en ese momento (1 soldado para cada 8 ciudadanos….).

El anuncio de la llegada de las tropas británicas generó un resentimiento inmediato entre los colonos, la tensión no dejó de crecer y pasó lo que se veía que iba a pasar: El episodio de la Masacre de Boston de 1770 (aunque utilizar “masacre” parece excesivo…). Aun con todo, eran hechos graves pero un tanto aislados y bueno, no había una contestación homogénea ni duradera. De ahí no sale una guerra interna ni en broma.

· Paso 5: Parlamento veleta y débil
Todas las leyes de Townshend, excepto en lo de referido al impuesto al té, fueron derogadas en abril de 1770. No estaba mal para no tener representación. Los colonos tenían pillada la medida al parlamento inglés que era bastante veleta, visto lo visto. Sin embargo, el impuesto al té seguía vigente y seguiría siendo un punto de fricción que era precisamente el aro por el que no pasaría la CIO.

La resistencia a este impuesto incluyó la presión para evitar el té importado legalmente desde Gran Bretaña. Esto provocó una caída inmediata en la demanda de las Trece Colonias del té de la CIO  y, en consecuencia, se generó un excedente enorme de té en los almacenes ingleses de la Compañía que estaba una situación económica limite. Y eso la CIO no podía permitirlo: “Primer ministro, ven aquí que tenemos que hablar. Tráete lápiz y papel…”.

Ya os adelanto que el impuesto del Té iba a ser reformulado convenientemente para favorecer a la CIO.

Desembarca la CIO y ya no hay marcha atrás.
Y llegó la bomba. Con la ley del Te de 1773, con la que hemos abierto el post, la CIO tenía ‘de facto’ las puertas abiertas para ser inoculada en las Trece Colonias. Esta fue “grosso-modo” la lectura que hicieron los colonos: Qué ley, ni qué té, ni qué leches en vinagre ¿la CIO metida en casa y con los soldados y los jueces de su parte?  ¡¡Mátame camión!!

Dicho de otro modo: No es que los habitantes de las Trece Colonias no fueran considerados ingleses-ingleses, no es que fueran solo colonos (es decir, ingleses de segunda), es que, con la CIO a los mandos, pasarían a ser carne de cañón.

Y, claro, se defendieron. La maquinaria para generar opinión se puso en marcha: los folletos más influyentes de cada rincón de las Trece Colonias incluyeron las “Cartas de un granjero de Pensilvania“, una serie de ensayos escritos por el legislador de Pensilvania John Dickinson que proporcionaron argumentos para oponerse a las decisiones del gobierno británico.

Dickinson, su autor, lo tenía claro como el agua clara: “[La CIO] ha llevado a cabo la guerra, incitado a rebeliones, destronado a los príncipes legítimos y sacrificado a millones [de personas] en aras de la ganancia“. Promulgó que “las barbaridades, extorsiones y monopolios más incomparables, habían despojado de sus propiedades a los habitantes y reducido a la miseria, la indigencia y la ruina a provincias enteras [en India]“. Jugando con inseguridades raciales y políticas por parte de los ingleses, Dickinson imaginó que un proceso similar al llevado en la India se desarrollaría sin lugar a dudas en las tierras de los colonos.

En su segunda “Carta desde el país”, decía que la política británica apuntaba “no solo a hacer cumplir la Ley de ingresos* sino también a establecer un monopolio para la Compañía de las Indias Orientales […] ¡y esperan reparar sus fortunas rotas con la ruina de la libertad de América!”.

El tal Dickinson fue una figura política importante en la época. Era un opositor moderado a la política de Gran Bretaña con las Trece Colonias y no participaba de soluciones violentas. Lo que daba (y da) más peso a sus opiniones.

La CIO y el miedo en el cuerpo
los impuestos y la falta de representación eran un problema, pero una cosa era que te metieran la mano en el bolsillo, sin tu permiso, de vez en cuando, y otra muy distinta es que te dejaran en la miseria más absoluta para enriquecer a la CIO y a sus accionistas.

Eso y la seguridad absoluta de que los funcionarios y los soldados estarían de parte de la CIO.

Y es que la Ley del Té otorgaba a la Compañía de las Indias Orientales un monopolio sobre el comercio del té, pero se temía, y no era difícil encontrar argumentos de peso, que este monopolio cedido por el gobierno británico se extendiera en el futuro para incluir otros bienes. Al fin y al cabo ¿Quién se lo iba a impedir a la CIO?

Eso era una carga de profundidad que los dirigentes colonos no podían asumir. Así que sonaron las campanas y se resucitó a los “hijos de la libertad” que entre otras cosas montaron el pollo ese de vestirse de indios guerreros Mohawk, para tirar por la borda el té (que hay que ser cobarde también para querer esconderse detrás de aquellos a quien décadas antes habían aniquilado o desplazado. Pero bueno, esa es otra historia).

Cuando se le permitió a la CIO comerciar con las “Indias Occidentales” de pronto, los colonos, se vieron igual que los hindúes de Bengala. En la más profunda de las miserias, mientras engordaban a Inglaterra. Y la Ley de Regulación, que debía controlar a la Compañía después de dejar morir de hambre a millones de bengalíes, se la pasaban los colonos por el arco del triunfo. Mas aún cuando en esa ley no decían nada sobre ese control para los territorios de la América inglesa. Y una cosa llevó a la otra, las cosas se desbordaron, y pasó lo del barco y el té.

La cosa no gustó en Inglaterra y menos que a nadie a la CIO (que no podía descargar su té ni enviar nuevos cargamentos). Así que el Parlamento raudo y veloz, no fuera que la CIO se enfadara más, propugnó las leyes coercitivas (en junio del 1774). Estas leyes tuvieron la virtud de agrupar y cohesionar a los colonos y hacer crecer una llama que ya no se detendría. De ahí al comienzo de la guerra, solo transcurrió un año.

Resumiendo…
Respondiendo a la pregunta inicial, lo que agudizó la frustración colonial como para aventurarse a una guerra abierta contra la metrópoli fue la nula importancia que se dio a los intereses comerciales y personales de los colonos comparados con las necesidades de la Compañía de las Indias Orientales. También la certeza de que las Trece Colonias, con ayuda del ejército inglés a la CIO, tenían todas las papeletas para convertirse en un coto de la Compañía. Y el precedente de Bengala estaba muy muy reciente.

Los gobiernos británicos se sucedían década tras década, pero la tónica seguía siendo la misma: Como geisha por arrozal. La CIO hacía y deshacía a su antojo. Detrás de cada acción importante de la “poderosa” y sin embargo exageradamente débil Gran Bretaña estaba en realidad la CIO y sus intereses.

La CIO, llegado el momento, se ayudaba a sí misma, pero es que el gobierno de turno, llegado el momento, también se plegaba a las necesidades de la CIO. Y claro tanto se fuerza la máquina que las consecuencias no se hacen esperar: La pérdida de las Trece Colonias es un bombazo en la línea de flotación para Inglaterra y una consecuencia clara de la debilidad del Estado.

Pero la capacidad de la CIO para generar avisperos allí donde recalaba resulta inagotable: Genera hambrunas en India, guerras con países soberanos (España), Guerras Internas hasta provocar la independencia de territorios. Cuál iba a ser el siguiente paso ¿dar patadas en los huevos al gigante Chino?

La tienda de los tercios.

* se refiere a la que en la actualidad se llama “Sugar Act” que hemos mencionado con anterioridad.

Imagen de portada: Por España y por el Rey, Gálvez en América, cuadro de Augusto Ferrer-Dalmau, a propósito de la intervención clave del Imperio Español en la Guerra de Independencia de las 13 Colonias.

Fuentes Principales
The Junto: “Barbarities, Extortions and Monopolies”
The stamp-act – Sitio web creado por el Club de Historia de la Universidad de Massachusetts
The Stamp-act: “Townshend Acts”
La Vanguardia: “El camino a la independencia de Estados Unidos”
Tax History Project – “The seven days war to the American Revolution”
Cambridge University Press: Extracto “Meeting of the Directors of the East India Company, 30 December 1761. I.O.R., B/77, Court Minutes (1761–1762), p. 251.”
Wikipedia: “Townshend Acts”
Boston Tea Party: “American Revolution History”
Enciclopedia Británica: “Quartering Act”
JSTOR; “El levanta contra la Compañía de las Indias Orientales”
Wikipedia: “British Army during the American Revolutionary War
Wikipedia: “Thomas Gage”
Wikipedia: “Commander in Chief, North America”
History.com – “Townshend Acts”

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