III – Terrible trienio (1568-1571): El Duque de Alba hace de «Montoro». 1569

20 millones de florines anuales era el valor de la producción agrícola, hacia 1560, en los Países Bajos (Holanda, Flandes, Valonia y Luxemburgo) (1). Es en ese contexto «económico» donde hay que introducir que los Países Bajos recibian extras 4 millones de florines anuales (2) para mantener un ejército que lo protegiera de las invasiones orquestadas por Guillermo de Orange y sus Mercenarios. Cuatro millones anuales… Un 25% de la producción agrícola anual… (mucha vaca y mucho trigo ¿eh? ¡Un pico!)

A eso debemos añadirle que los soldados (fueran o no de los Tercios Españoles) llevaban todo el dinero que tenían encima y que debían proveerse con él de ropa, comida, armamento, munición, alojamiento, ocio, … (nada de hacer transferencias a casa y tal…).

La consecuencia directa de lo anterior es que esos 4 millones anuales extra que llegaban a los Países Bajos iban (en su inmensa mayoría) directamente al bolsillo de los comerciantes. Directamente. Sin pasar por la casilla de salida, al bolsillos de holandeses, flamencos, valones y luxemburgueses. Comerciantes que se quejarían amargamente de todo lo que quisieran… pero que aceptaban de buena gana el dinero contante y sonante que les caía en las manos cuando el soldado de turno pagaba al irse. Eso está claro como el agua clara.

Otro tema es que locales (flamencos, holandeses,…) y soldados (españoles, milaneses, borgoñones, napolitanos…) se miraran con recelo. Unos por los disturbios provocados por la milicia (desde el principio de los tiempos y hasta el final de éstos…) y los otros porque se dejaban literalmente la piel (ver morir a amigos en batalla o vivir los horrores de ésta seguro que te sensibiliza especialmente…) por defender la estabilidad y seguridad de unos territorios que les eran ajenos y cuyos habitantes no lo tenían en consideración y que, visto lo visto, sólo se movían por dinero. Pero esa es otra historia.

4 millones de florines anuales era mucho dinero, decíamos. Dinero que salía del «bolsillo» de Felipe II y que a su vez era llenado principalmente por España y el Quinto del rey. Un «desajuste» que a Felipe II no le molaba nada mantener en el tiempo, a sabiendas de lo tiritando que había dejado su padre Carlos I (tan admirado y querido en su Flandes natal pero un maniroto para los números…) la economía de la Real Hacienda, y de las necesidades que tenía para mantener sus territorios cohesionados y protegidos.

Así que las instrucciones de Felipe II para Alba eran claras: — A ver, Duque, que cada palo aguante su vela.

DUQUE DE ALBA

Y entre otras muchas cosas (Pararle los pies a Guillermo de Orange, el tribunal de tumultos, los problemas del día a día, sufrir el clima flamenco y los achaques de la edad (contaba el Duque con 62 años, de los de la época, que tiene su mérito…)),  el Duque de Alba se puso a hacer de Ministro de Hacienda para rehacer los impuestos flamencos y así conseguir esa ansiada estabilidad presupuestaria demandada por el Rey. (…casi me parece ver a Montoro frotarse las manos…)

Tampoco tardó mucho, no penseis… para Marzo de 1569 ya tenía una propuesta que presentó en los Estados Generales (muy parecida a la que funcionaba en Castilla y que, curiosamente, pocos años después aplicaron en términos muy similares en estas tierras por decisión propia. Qué tios…). A saber:

La centésima (1%). Pago del 1% de todas las propiedades. Impuesto a pagar una única vez. La vigésima (5%) El 5 % sobre los bienes raíces y heredades y la décima (10%) El 10 % sobre todas las compraventas de bienes muebles, (lo que viene siendo el IVA de ahora… muy contenido por cierto). Estos dos últimos a pagar, en principio, indefinidamente.

Ya por el siglo XVI no eran mucho de pagar impuestos (…que la cosa viene de lejos, no penseis…) pero los Estados Generales, que visto lo visto entendieron el asunto, se avinieron con el Duque a apañar la cuestión pagando una cuota anual de dos millones de florines durante los siguientes dos años. Para simplificar más que nada pensarían los muy flamencos, que contabilizar todo eso… uffff… que trabajazo… Resumiendo, se apañó el tema con un patadón p’alante en toda regla (procrastinar, le llaman ahora) para que el problema se resolviera, ya si eso,… en 1571.

Quien iba a pensar que las cosas se podían torcer tanto en solo dos años: El Terrible Trienio se estaba desarrollando a velocidad de vértigo.

El Camino Español

(1) «Encuentros en Flandes: relaciones e intercambios hispanoflamencos» por Werner Thomas, Robert A. Verdonk

(2)  «El ejército de Flandes y El camino Español», Geoffrey Parker. pag. 274

 

Serie el Terrible Trienio

I – Terrible Trienio (1568-1571): Los “Mendigos del Mar” o cómo empobrecer a tu propia gente. 1568

II – Terrible Trienio (1568-1571): Isabel de Inglaterra roba a los Tercios y hunde más a los flamencos. 1569

III – Terrible trienio (1568-1571): El Duque de Alba hace de “Montoro”. 1569

IV – El Terrible Trienio (1568-1571): El Tsunami de Holanda o las dos puñaladas a Flandes. 1570

V – El Terrible Trieno (1568-1671). La Pequeña Edad de Hielo: Inviernos heladores. Veranos infernales

VI – El Terrible trienio (1568-1571): Peste en Amberes. 1571

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