Inquisición o Tribunal de la Sangre: susto o muerte

Pues seguramente susto, al menos en Flandes. Y es que la Inquisición que había instaurado Carlos V en aquellas tierras suyas, había sido anulada por Margarita de Austria. Así que cuando el Duque de Alba llegó para enderezar aquel desmán que habían provocado los extremistas protestantes y los nobles ansiosos por ampliar su poder y sus rentas, no había Inquisición de la que echar mano.

Y lo cierto es que las cosas se estaban torciendo ya hacia tiempo en toda Europa. Los protestantes no encontraban su hueco y cuando lo encontraban se comportaban de manera autoritaria, violenta e intransigente con los católicos. Los católicos, a su vez, andaban también a la zaga, incluso por delante a veces.

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Pero volviendo al inicio, oir sobre la Santa Inquisicion daba pavor. Era nombrar el binomio «Inquisidor General» y se le aflojaban las carnes al flamenco más pintado. Así que con criterio (no sabemos si bueno o malo), El Duque de Alba y sus consejeros de entonces, con el consentimiento obvio del prudente Felipe II, deciden no apelar a tal nombre y crean el «Consejo de Tulmultos». Consejo, no se os escape el detalle, que también estaba formado por flamencos.

¿Cual era el objetivo de este Consejo? A toro pasado, se puede decir que dos: Por una parte hacer las funciones de la Inquisición «con perfil bajo» y sobretodo juzgar a aquellos «listos» que pensaban que las jornadas de libertinaje de la «furia iconoclasta» iban a quedar sin castigo.

«Con los simbolos no se juega», debía ser el mensaje. Y es que, para el que quiso escuchar, el Concilio de Trento lo dejó bien claro: Las imágenes representan a Dios y deben ser respetadas como si lo fueran mismamente. Un tema muy serio éste de la religión y su representaciones.

Por otra parte, ya les valía a los protestantes. Qué mas les daba que a otros les gustara ver representados a Cristo… Pero no. Se crecieron pensando que la autoridad real no se atrevería contra tanta gente y que todo el campo era orégano y tal… desvalijaron iglesias, destrozaron cuadros, esculturas, imágenes, reliquias… ¿Y ahora se quejaban porque la autoridad buscaba a los culpables?

Culpables (bueno, presuntos culpables) que después de todo tuvieron tiempo más que de sobras para emigrar mientras «la policía de entonces» hacía sus pesquisas e indagaba quien sí y quien no. Aun con todo, menudo susto para el cuerpo saberte parte del meollo. Así se entiende que cerca de 50.000 personas se fueran con viento fresco, bien huyendo de la Justicia, bien para recalar en otros lugares más acordes con sus creencias. Y más cuando vieron que no se libraban ni los de alta alcurnia: Horn y Egmot fueron apresados el 8 de Septiembre de 1567 y ejecutado el 5 de Junio de 1568, casi un año después… que la justicia, ayer y hoy y aquí o en Flandes, lleva su ritmo.

Las cifras finales del Tribunal de Sangre, como lo llamaron en Flandes, es que fueron juzgados unos 9000 implicados y de los que finalmente fueron ejecutados unos 1.000 en varios años. Que ya son… No estamos en disposición de decir si fueron juicios «justos» o no… ¿Quien se atreve a hacer tamaña afirmación…? Lo que es innegable es que hubo juicio y actas y deliberaciones y sentencia.

¿Y si eran culpables? ¿y si el castigo era proporcionado para la época? Al fin y al cabo la pena de muerte se utilizó hasta hace bien poco en toda Europa y aquellos delitos eran considerados muy, muy graves en aquellos tiempos de herejía…

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En Francia, poco después, murieron 15.000 franceses en poco más de una noche a manos de otros franceses por motivos religiosos (Matanza de San Bartolomé en Agosto de 1572). No busqueis ni actas, ni juicios a los responsables porque no los hay. Incluso dudamos que los buscaran… Mejor cubrir un túpido velo, debieron pensar…

Al menos en Flandes tuvieron tiempo de escoger susto…

El Camino Español

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