Génova, la ‘strada nuova’ y el oro de América

La Strada Nuova es la parte de Génova con más encanto. Sus bellos palacios renacentistas y barrocos hacen las delicias de los genoveses y de los turistas. Estas residencias aristocráticas eran elegidas para acoger a los huéspedes extranjeros y a su séquito en visita oficial al Estado. De hecho se crearon con ese fin. Los palacios…

Los palacios tenían tres categorías en base al nivel de belleza arquitectónica y lujo. A cada categoría le correspondía un grado diferente según la categoría de los huéspedes: embajadores, dignatarios, príncipes, soberanos, papas y emperadores. Los gastos derivados de la estancia corrían por cuenta de los propietarios de las residencias.

En 1567, el Senado de la República de Génova instituye el ‘Rolli’: Alojamientos «públicos», reconocidos recientemente como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO,   que prestaban este servicio distinguido al Estado. Oficialmente son 42 edificios (señalizados con una placa roja numerados del 1 al 42) pero llegaron a ser hasta 83.

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Destacan el Palazzo Rosso, el Palazzo Bianco, el Palazzo Tursi, el Palazzo Spinola (sede de la Galeria Nacional) y Palazzo Reale. Los palacios se distribuyen por los ejes viarios de las actuales Via Garibaldi, Via Cairoli y Via Balbi, vias abiertas entre la mitad del siglo XVI y siglo XVII

Durante esos siglos, muchos españoles recalaron en Génova quedando impresionados por su luminosidad, por la actividad frenética de su espectacular bahía y por la calidez de sus gentes. La mayoria llegaban como soldados de los tercios que, desde los puertos de Cartagena y Barcelona, embarcaban en la flota de Juan Andrea Doria hasta la República de Génova.  De allí partían hacia Milán y luego a Flandes por el Camino Español («Camino de Flandes», lo llamaban en Italia)

En los barcos se cargaban también el oro y la plata proveniente de América, y acuñada en España, para pagar a los banqueros genoveses. Éstos adelantaban a crédito el dinero que la monarquía hispánica necesitaba para costear el mantenimiento del Imperio. En palabras del gran Quevedo:

Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.

Juan Andrea Doria, buen marino que participó en la batalla de Lepanto, lo aprendió todo sobre navegación de su tío, Andrea Doria, que lo tuteló a la temprarna edad de ocho años debido al asesinato de su padre.

Éste último, Andrea Doria, fue un personaje clave en esa época. Su espectacular longevidad y vitalidad, 96 años contaba a su muerte, junto con el poder que atesoraba su familia le permitió manejar influyentes resortes del poder en Europa.

Andrea Doria fue el impulsor de la nueva República de Génova que quedó firmemente vinculada a la monarquia hispánica. Doria y Carlos I firmaron un acuerdo que se mantuvo decenas de años. Este lazo de confianza mutua permitió que los banqueros genoveses se enriquecieran con las transacciones económicas con España. Su experimentada flota le permitia, además, tener un comercio floreciente por todo el Mediterraneo, respaldada como estaba por el Rey español.

Esos tiempos fueron tan provechosos y tan duraderos que se les denominó «El siglo de los genoveses».

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Las riquezas derivadas del oro y la plata de América y del comercio alimentaron en Génova la ambición por dejar patente ese poder económico con arte, esculturas y construcciones imponentes.

De esa demostración nace el ‘Rolli’ que representa el primer ejemplo en Europa de un proyecto de desarrollo urbano gestionado por una administración pública dentro de un marco constructivo homogeneo  asociándolo a  residencias privadas utilizadas con un fin de interés «público». Una auténtica revolución en la gestión urbanística de la época.

El Camino Español

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