Mapas antiguos o GPS: cómo recorrer el Camino Español

Recorrer El Camino Español no era tarea fácil. Ni relieves, ni distancias exactas, ni desniveles, ni satélites, ni GPS. De eso nada de nada. En un papel a modo de mapa se distribuían los elementos más importantes.

Unos pueblos por ahí, unas montañas por acá, los ríos, algún que otro puente y nombres de poblaciones repartidos por el endeble soporte. Eso es lo que tenían para trasladar a miles y miles de personas entre dos ciudades (Milán y Bruselas) que distaban 1300 km.

TSR_mapa para el carmino espaol de 1573

Con la mirada de hoy puede parecer insuficiente. Sin embargo no lo es. Está marcado todo lo fundamental que debe que estar y por aquel entonces no había tantas carreteras, ni desvíos y la orografía tenía un papel fundamental que determinaba y concretaba en gran manera buena parte del recorrido. Dada la excelente entente entre España y los Estados por los que pasaba El Camino Español, en las etapas donde podía haber complicaciones con la ruta, se contrataban también los servicios de guías de la zona para evitar perder la buena dirección que implicaba un riesgo evidente.

En 1567 la preparación que hicieron sobre la ruta fue, en sí misma, una revolución. El mapa, hecho por Fernando Lannoy y muy parecido al que presentamos, fue tan preciso para la época que limitaron su imprenta y su distribución durante una década para no dar facilidades a otros Países. La Cartografía había dado un salto de gigante y esa información se convirtió inmediatamente en confidencial.

Imaginaos por un momento que equivocaran la ruta y pasado el día no estuvieran en la población donde tenían previsto hacer etapa. Tal vez penséis que al ser soldados lo tendrían que aceptar y ya está. No os falta razón, pero detrás de ellos iban otros miles de personas, acompañantes de éstos (esposas, criados, ayudantes, niños, «comerciantes»,…) que también requerían de un sitio donde dormir y comer. Un verdadero quebradero de cabeza. Además del retraso acumulado, claro. Sea como fuere, ponían especial atención en que la ruta fuera lo más clara posible y, acabado el día, estuvieran donde estaba previsto llegar.

Para evitarlo, además del mapa, se enviaban con mucha antelación equipos de soldados para hacer reconocimiento de la ruta y precisar, en lo posible, el camino, sus complicaciones (pasos estrechos para ampliar, puentes en mal estado que no soportarían el paso de la carga, laderas con riesgo evidente de corrimientos,…) y posibles soluciones a éstas. Esa información era enviada a España para su análisis y puesta en conocimiento del responsable del contingente que con su oficiales planificaba las mejoras y el recorrido posterior del contingente.

Unos apuntes más, que os ayuden a poneros en la situación de la complejidad y los riesgos de este recorrido en aquella época: Nada de señales de indicación. Nada de mantenimiento de carreteras. Nada de echar sal cuando nieva. Nada de canalizar el agua de la lluvia o de «asfalto hidrófobo». No. De eso tampoco había. Los caminos desaparecían bajo la lluvia o bajo los corrimientos de tierra. Los puentes se los llevaba la corriente o una pequeña lluvia impedía vadear los arroyos. La nieve ocultaba el camino y las referencias, aparte de helarte hasta el tuétano. No era un paseo El Camino Español, no. Eso, gracias a dios, ha cambiado.

Lo que no ha cambiado tanto es que preparar la ruta es una de las claves. Nosotros (en el 2013) como ellos (en el 1567) también le hemos dedicamos mucho cariño al  recorrido. Muchas horas trazando los senderos y analizando fotografías aéreas, carreteras, caminos, relieves, longitudes y alturas, incluso con antelación en coche y revisando con detalle los tracks resultantes para así poder recorrer El Camino Español con garantías. El objetivo, obviamente, saber con cierta seguridad lo que íbamos a tener delante y así llegar cada día al final de la etapa prevista.

TSR_consultando GPS en cruce de Nancy

El Camino Español

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