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Flandes invadida (VI). La segunda batalla de Mons. Orange contra Alba.

El Duque de Alba estaba seguro de que Mons seguía siendo la clave. Su cercanía a una Francia tan proclive a ayudar militarmente a los Orange-Nassau en su intento de desestabilizar los Países Bajos, claves para la Monarquía Hispánica , y que en la ciudad estuviera parapetado Luis de Nassau, el hermanísimo, que era el único de la familia con capacidad militar, le hacían llegar a esa conclusión. Así que las órdenes iban en esa dirección. La batalla de Mons se empezaba a dibujar en el horizonte.

Alba ordenó a Don Fernando de Toledo que con su Tercio de Infantería Española pasase a Brabante y de allí a Mons. Mandó también encaminar todo el resto de Infantería Española, Walona y Alemana disponible (excepto unas mínimas unidades de reserva), así como la caballería y artillería y municiones, para dirigirla a la villa sin perder tiempo.

Le preocupaba que Guillermo de Orange llegara a la misma conclusión y se adelantara. Al fin y al cabo, los hugonotes franceses no habían podido reforzar la ciudad y Luis de Nassau, su hermano y otros personajes franceses, con quien tenían tantas prendas, estaban sitiados.

Se adelantó primero Don Fadrique aunque al siguiente día ya aparecían las banderas del Duques Alba y de Medinaceli y diez estandartes de hombres de armas que con los que sumanban al sitio mil quinientos hombres más. Aparte de otros mil quinientos herreruelos del Arzobispo de Colonia y otros tantos del Arcobispo de Treves. A los treinta de Agosto se finalizó la siempre ardua tarea de plantar la artillería.

Guillermo de Orange se dirige a Mons

Al paso del Duque de Alba por la ciudad de Malinas los dirigentes de la población se negaron en redondo albergar protección realista. Ellos eran más de Guillermo de Orange (aunque nada de sabe de las preferencias de la población). Tanto es así que dieron aviso al Principe de Orange (que se hallaba en Roermonde pajareando) del movimiento de tropas de Alba en dirección a Mons. Decidió el Taciturno dirigirse a Mons al caer en la cuenta de que su hermano necesitaría ayuda.

No tardó mucho el Duque de Alba en saber de los movimientos del Taciturno. Y siendo avisado de la calidad de las fuerzas que traía el alemán, tuvo pleno convencimiento de que se dejaría caer en Mons para socorrer a su hermano. La tarea no era sencilla porque el mantener el cerco para que no salieran tropas de la ciudad era una cosa, pero mantenerlo para que, además, tampoco entraran tropas, y además en un número mayor, era otra muy diferente.

Así que convenía disponer las cosas para impedírselo y que no se aflojase el cerco la villa de Mons. Y rápido.

El Duque de Alba se prepara para la acometida de Guillermo de Orange

Las órdenes salían de su boca como agua emana de una fuente: sin parar. Mandó reforzar las trincheras, ordenó al señor de Liques que con sus banderas de Walones estuvieran en su cuartel y que lo reforzara; lo mismo al Baron de Polwyler con sus Alemanes; à Monsieur de Câpres que atrincherase en el burgo de Nimy, y dejase en él dos banderas de Walones con cien arcabuceros Españoles, y con el resto de su gente se fue se una aldea que se llamaba Jemappes (Genape en los textos).

En una montañuela, donde convenía que estuviese el cuerpo principal del ejército católico, para salvaguardar la bateria puso el regimiento de Alemanes del Baron de Fronsperg y las banderas de alemanes del Conde de Ouerstain. Sobre la mano izquierda, la caballería Alemana con algunas tropas, por no ser necesario hacer escuadrón, encabezada por el Arzobispo Colonia.

En un hayedo muy cerca de montañuela quedaron protegidos dos escuadrones de caballería ligera a quien seguían tres escuadrones de hombres de armas, además de un escuadrón de infantería Española.

El Duque tenía trabajo para todos y cada uno de los miles de soldados bajo su mando.

En montañuela de Jemappes mandó que se hiciera un fuerte de cuatro ángulos con dos piezas de artillería a cuya guardia dejó banderas Alemanas. Y a Julián Romero le ordenó que estuviese a punto con doscientos arcabuceros Españoles escogidos para socorrerla si fuese menester. Con el fuerte se venía asegurar que el enemigo no ocupase la montañuela porque desde allí se podía batir la plaza de armas y los escuadrones del Duque. Se entiende que dejara a Julián Romero al cargo.

A don Fadrique, su hijo, mandó que tuviese seiscientos Españoles sueltos para a cubrir con ellos a la parte más necesaria de todo el cerco. Dada esta orden ordenó, por último, que se hicieran trincheras profundas para cubrir a todos los escuadrones de todas las naciones.

Se secaron, al menos durante un tiempo, las órdenes que emanaban por su boca. Un suspiro de alivio recorrió el ejército. Decían las malas lenguas que en esas noches frías, en el sitio de Mons, en las camaradas formadas alrededor del fuego, los soldados Españoles del Duque de Alba contaban, entre risas, que preferían las batallas contra los herejes que prepararlas ¡¡Que era mucho menos cansado!!

8 de Septiembre de 1572. Llegada de Orange. Inicio de la batalla de Mons

La vanguardia de mercenarios alemanes apareció imponente a mediodía. Grandes escuadrones de caballería que hacían imposible ver los escuadrones de infantería de tan atrás quedaban. La cifra que dieron en un primer momento a Alba rondaba los 7.000 caballos y 10.000 infantes. Otros hablaron de 16.000 infantes y 9.000 caballos. Muchos en todo caso ¿tal vez demasiados para que el cerco aguantase?

No estaba claro si el objetivo era romper el cerco y alcanzar Mons o tal vez buscar la boca al Duque de Alba para entablar una batalla campal de la que el de Alba tenía claro que debía rehuir aplicando una máxima muy suya: ‘El fin de quien gobernaba los ejércitos es siempre vencer, mas no siempre pelear’… Y más cuando no hay otro ejército que el tuyo para enfrentarse a los enemigos.

El Duque mandó que toda la gente se armase y estuviese recogida en sus cuarteles hasta nueva orden. La información sobre los movimientos de los mercenarios alemanes le era permanente comunicada por soldados a caballo que traían información.

Llegaron los mercenarios germanos a ponerse a tiro el cañón del ejercito Católico, hicieron alto en una campaña rasa cerca de Mons, al Este. Tiraron algunos cañonazos al ejército católico y éste respondió con idéntica salva, como quien se saluda. Por lo demás ese día ambos ejércitos se ignoraron.

Batalla de Mons: Primer intento de romper el cerco

Al día siguiente los caballos que se enviaron a reconocer a los del Orange avisaron que caminaba el enemigo hacia Jemappes. Sin dilación mandó el Duque a Don Fadrique que, con los seiscientos arcabuceros Españoles sueltos, se fuese a aquella aldea. El ejército enemigo hizo alto a tiro de cañón del fuerte que estaba encima de la montañuela, pensando poder meter su socorro en Mons protegido por el bosque de Jemappes.

Habiendo parte de la Infantería enemiga pasado el bosque y hallarse en claro se tocó al arma. Y allí salió Sancho Dávila, como alma que lleva el diablo, con cien arcabuzeros Españoles y los Capitanes Don Rodrigo de Zapata, Don Francisco de Toledo, Don Marcos de Toledo y Juan de Ayala.

No tardó mucho en seguirles a la zaga el Maestro de Campo Don Fernando de Toledo con más arcabucería y el Capitán Juan de Toledo que se encontraron a Sancho Dávila escaramuzando con los enemigos. Los de Orange se vieron detenidos en su avance momentáneamente.

Dado que la arcabucería Española no contaba con el apoyo de la caballería y hallándose en campo abierto el riesgo era evidente. Julian Romero salió junto con el Capitán Sarmiento de Salazar con doscientos arcabuceros que tenía para socorro del fuerte para tomarles relevo. Se sumó a la refriega Pedro de Tasis con sesenta caballos, saliendo a la misma sazón alarma la compañía de hombres de armas de Reux que estaban de guardia con ellos. Se engrosó la escaramuza.

Los Españoles daban tan duro que el avance germano se convirtió en retroceso. Cargaron tanto sobre los rebeldes que los hicieron volver, huyendo al bosque juntamente con sus banderas. No obstante, no pudieron pasar adelante ninguno de los arcabuceros Españoles temiendo que, por ser campaña rasa, no les cargase la caballería enemiga. Tal vez la retirada fuera un señuelo. Con Sancho de Ávila hicieron alto en un barranco, donde se hicieron muy fuertes.

Visto los enemigos que su infantería iba rota, un escuadrón de quinientos caballos y otro de ochocientos se dirigían al gran trote a protegerlos y darles tiempo para reorganizarse en Jemappe. Iban directos a las sesenta lanzas de Don Pedro de Tassis y la compañía de hombres de armas del Conde Reux. De la rociada mataron a decenas de Infantes Españoles, hiriendo al Alférez de los hombres de armas y tomándole el estandarte. El movimiento de los hombres de armas para recibir la carga no fue el adecuado. Demasiado lentos. Los fallos en la guerra se pagan con la vida.

Pasaron los enemigos con la media luna que hacen cuando pelean muy cerca de arcabucería Española, lo que no les ahorró la rociada pertinente que derribó un buen número de rebeldes, y que aprovechó la caballería de Don Pedro de Tassis para golpear de nuevo, aunque con menor daño.

Rehecha la infantería rebelde gracias a su caballería, volvió a salir del abrigo del bosque para escaramuzar con los católicos. Pero los Españoles les volvieron de nuevo a deshacer y huyendo a espaldas vueltas los hicieron entrar en el bosque perdiendo de todo el ánimo de volverse contra la arcabucería Española.

Viendo ésto la caballería enemiga y el daño que recibía de la arcabucería Española se retiró a los demás escuadrones, justo cuando, sin orden por parte del Duque de Alba, llegaron los escuadrones de caballería ligera y hombres de armas del ejército Católico. Los mandó detener el Duque porque no era su intención entablar batalla sino sencillamente impedir el socorro de la villa. No tenía ninguna intención de poner su ejército en riesgo.

Batalla de Mons, 1572
Batalla de Mons, 1572

Batalla de Mons: Segundo intento

¿Cómo era posible se preguntaba Guillermo de Orange que no fueran capaces de romper, con semejante ejército, un cerco con muchos menos efectivos? Mientras cavilaba el Taciturno el siguiente paso, caminaron a una aldea próxima llamada Fromeries, a una legua del campo Católico. Allí buscaba la manera de socorrer por segunda vez a la ciudad por la aldea de Saint-Symphorien (San Florian/Forian en los textos).

Entendió Alba por dónde tenía pensado intentarlo el de Orange, así que mandó a Don Bernardino de Mendoza que con trescientos caballos fuese a Saint-Symphorien donde alojaba el Baron de Polwyler, y a Don Fadrique de Toledo, que enviase a la misma parte las cinco compañías de Españoles que allí estaban alojados, y que los seiscientos arcabuceros sueltos Españoles se mejorasen hacia la misma parte.

Los mercenarios alemanes pusieron mucha parte de su caballería en unas montañuelas fronteras de Saint-Symphorien a una milla de la aldea. El bosque próximo a la aldea se armó con arcabucería Española con orden que los Capitanes Don Rodrigo zapata y Don Marcos de Toledo se metieran en él con sus banderas. A Don Bernardino de Mendoza se le pidió que trabase escaramuza con los enemigos. Pero éstos estuvieron firmes en su puesto sin desmandarse. Como tenían apoyo de artillería, Don Bernardino de Mendoza optó por la retirada. La cosa no pasó a mayores durante el resto del día ante la inoperancia de los mercenarios alemanes.

Fue Alba que cayó en la cuenta de que el grueso del ejército de Orange se retiraba. Y que el destino más probable donde tomarían fuerzas sería la aldea de Harmignies (Armeni en los textos).

Hizo llamar a Bernardino Mendoza, que llegó aún con la ropa polvorienta y manchada de sangre de otros, de la reciente escaramuza. Mientras Alba le ofrecía una rebosante vaso de vino le dijo:

— Mendoza, tráeme a cinco hombres escogidos y dile a Julián Romero que venga. Vamos a acabar de una vez por todas con este ejército de mercenarios y con quien lo lidera.

El Camino Español

 

 

4 comentarios en “Flandes invadida (VI). La segunda batalla de Mons. Orange contra Alba.”

  1. Todos los días entro a ver si hay algo nuevo y hoy por fin. Una buena alegría me he dado y encima tocaba contar como machacabamos a alemanes protestantes……
    En fin, quedo a la espera de la próxima entrada.

    1. caminoespanol

      Y nosotros no publicamos más a menudo porque no nos da la vida, que si no… en todo caso, muchas gracias, por estar ahí. El desenlace está próximo… Un cordial saludo

      1. Perdón si ha parecido que os presionaba, solo pretendía mostrar lo mucho que me gusta vuestra web y los artículos que publicais. Lo bueno se hace esperar.

      2. caminoespanol

        Hola Dani, nada, nada … no lo hemos notado así. Nos encanta que estéis ahí y nos encantaría ser más ágiles pero ciertamente es complicado 🙂 Esta saga llega a su fin en breve. Claro que, en una guerra que llamaron de los 80 años, material hay para muchas otras sagas más =:-) un cordial saludo.

        David

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