Flandes invadida: Los Orange-Nassau atacan (I) Asalto al poder

DE NUEVO FLANDES ERA EL OBJETIVO…

Era la segunda vez que los  Orange-Nassau invadían Flandes al frente de mercenarios con la intención de que la población se sublevara y, en volandas, alcanzar el poder al que estaba predestinado Guillermo de Orange. La primera vez sólo consiguieron hacer el ridículo y sembrar de pobreza y destrucción las poblaciones por donde pasaron. Pero en esta ocasión, sería diferente, todo estaba preparado. Desde la sombra, los Estados Alemanes protestantes y Francia, participarían de la invasión. Nada fallaría ahora, todo estaba casi a punto… aunque surgió un imprevisto que lo precipitó todo…

Corrían ya las primeras horas del día, pero de la boca de Luis de Nassau hacía rato de las que salían, repletas de furia, las mismas palabras:

— ¡Este Lamarck es tonto! ¡¡Tonto no… lo siguiente!! ¡¡¡JODER!!!

Sus cejas fruncidas, el rostro enrojecido por la ira y los puños apretados. Nadie en la estancia se atrevía ni siquiera a respirar. La ira inicial dejó paso, después de un largo rato, a una calma contenida. Sin embargo las palabras que salían de sus labios seguían siendo básicamente las mismas:

— este Lamarck es tonto…

Luis de Nassau, el hermanísimo de Guillermo de Orange, recorría la estancia de un extremo al otro, con la mirada pegada al suelo, negando con la cabeza y en la mano una carta estrujada que le habían entregado al alba. Y a cada paso que daba, como la retahíla de un monje…

— Tonto, es tonto,…

La carta narraba las noticias frescas del desembarco, el primero de abril (de 1572), de los Mendigos del Mar que capitaneaba el Conde Lamarck, en la costa holandesa. Decía también que había sido sitiada y tomada la ciudad portuaria de Brielle y que ésta había sido saqueada, asesinando a parte de sus pobladores. Poco más decía el escrito y las preguntas que le asaltaban a Luis de Nassau eran tantas que no podía dejar de gritarlo a los cuatro vientos:

— ¡pero cómo se puede ser tan tonto! ¡¡joder!!

Le importaba una higa la población de Brielle, claro, y sus habitantes menos. Liberar a los holandeses, flamencos y valones exigía sacrificios como por ejemplo tener que matarlos si se resistían. Cosa de ser rebeldes. A él, lo que de verdad le preocupaba era la situación en la que quedaba el proyecto que los Orange-Nassau llevaban preparando en secreto desde hacía muchos meses y que iba a poner patas arriba todo Flandes, quisieran o no sus habitantes.

La acción de Lamarck y los Mendigos del Mar (que su hermano Guillermo de Orange había creado con su ayuda para perjudicar el comercio entre Flandes y España) no estaba prevista y, lo que es peor, no estaba nada claro qué implicaba. Por lo pronto añadía ruido y pondría sobre aviso a las autoridades de los Países Bajos y, claro, al Duque de Alba y sus Tercios. Y lo que menos necesitaba él era al Duque ojo avizor porque, como todo hijo de vecino sabía, el de Alba tenía ojos y oídos en todos los rincones de los Países Bajos. Casi tantos como los rebeldes. Y como los Tercios hicieran presa…

El pensamiento le estremeció como nunca antes había sentido. Como un mal presagio. Uno de aquellos de los que no sales vivo. Lo desechó como pudo y se centró a duras penas en el proyecto donde tenía centrados todos sus esfuerzos desde hacía muchos meses: La invasión de Flandes desde tres frentes para hacerse con el poder. Repasó el plan principal diseñado por su hermano mascullando las palabras. Eso le aportó una parte de la tranquilidad perdida…

[bctt tweet=»La invasión en 1572 de Flandes por los Orange-Nassau tenía un objetivo: Asaltar el poder» username=»@caminoespanol»]

Por el Norte atacaría su cuñado Guillermo Van den Bergh. Por el Este, desde los estados alemanes, vendría su hermano, el propio Guillermo de Orange (el Taciturno), con el ejército más numeroso. Su objetivo no era otro que el corazón de los Países Bajos, Amberes y Bruselas. Y por el Sur, él mismo al frente de miles de mercenarios franceses financiados a su vez por la corona francesa. Un apoyo fundamental que Luis no tenía claro que su hermano valorara de la manera adecuada.

— A veces es tan disperso…

Esas palabras salieron de su boca sin venir a cuento. Tanto que los presentes salieron de pronto de su letargo y se miraron unos a otros. Como buscando respuestas a ver si de pronto, Luis de Nassau, había ordenado algo y ellos se lo habían perdido. No. Falsa alarma. Podían seguir vagando en sus pensamientos mientras el jefe se perdía en los suyos…

No dejaba de tener su gracia, divagaba Luis, que iban a liberar los Países Bajos dos alemanes que nada sabían, en realidad, de aquellas tierras ni de aquellos pobladores. Tanto él como su hermano eran nacidos en Dillenburg, Condado de Nassau dentro del Sacro Imperio Romano Germánico. También su hermana María, casada con Guillermo Van den Bergh, el tercero de los que encabezaría la invasión a los Países Bajos.

[bctt tweet=»¿sabías que Guillermo de Orange y todos sus hermanos y hermanas eran alemanes y no holandeses?» username=»@elcaminoespanol»]

Unos golpes recios llamando a la puerta le sacaron de su ensimismamiento. El conde de Coligny, Gaspar de Coligny, hacía su entrada en la estancia y se dirigía con paso firme hacia Luis de Nassau. Se produjo entre ambos un abrazo sincero, tal vez provocado por saber que ambos compartían, en gran medida, la responsabilidad de estar a punto de provocar una guerra entre Francia y España. Gaspar de Coligny era el consejero del rey francés Carlos IX y estaba allí para concretar los últimos detalles, junto a Luis de Nassau, para la invasión desde Francia de Flandes.

Sentados frente a frente, solos, conversaban sobre los planes futuros con un mapa sobre la mesa como único testigo. Un mapa del norte de Francia y de los Países Bajos.

4300 soldados de infantería y 1700 de caballería, Luis. Eso es lo que vamos a poner a tu disposición, expuso el Conde de Coligny. Cuando las primera incursiones tengan éxito, habrá más. Todos ellos estarán a tus órdenes como mercenarios para evitar en lo posible las iras de Felipe II contra Francia. Pero el dinero para sus pagas lo pone a tu disposición mi rey, Carlos IX, que tiene puestas en esta empresa muchas esperanzas.

Luis escuchaba pero no pudo evitar que un pensamiento le cruzara la mente como un rayo:

— ¡No te jode…! Claro que tiene muchas esperanzas… ¡¡el pacto es darle el sur de los Países Bajos!!

Ciudad amurallada de Mons en Flandes
Cuidad amurallada de Mons (Países Bajos, Monarquía Hispánica. –Escudo en parte superior izq.–)

Pero ni una palabra salió de su boca, parpadeó varias veces para intentar coger el hilo de la conversación, sin conseguirlo. Así que, sin más dilación, le dio al Conde de Coligny la información que le faltaba a los franceses. Miró hacía el mapa y señaló la ciudad que sería su primer objetivo importante, que iba a ser atacada y utilizada como puente para la invasión total de Flandes para asaltar el poder: La amurallada ciudad de Mons.

El Camino Español

PD:  Luis de Nassau salió el 17 de Mayo de 1572 de Paris y se puso al frente del ejército «rebelde», conformado en su totalidad por mercenarios franceses, con la intención de ocupar la ciudad de Mons. Hoy en día en Bélgica pero por entonces en lo que se llamaba los Países Bajos y que pertenecían a la Monarquía Hispánica.

Fuentes:

Mons. Época española 
Conocer Valonia
Asedio de Mons
Recuerdos españoles en Flandes. Antonio Bermejo
Memorias de Ath

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