La Flandes del siglo XVI vista por un Capitán de los Tercios (III): El «vicio» de los Flamencos

Resulta tan inverosímil que parece imposible. Pero a veces la realidad te da sorpresas así que para evitar dudas vamos a traer el final de la crónica al principio del post. El Capitán nos dice: «he escrito acerca desta materia para que se entienda el modo de vivir desta gente, no porque sea mi ánimo decir mal della, y con todo lo causára, mas visto que ellos se honran tanto con Céres y Baco, qué mucho que yo lo escriba.«

Así que preparaos porque no tiene desperdicio:

«El vicio que en esto tienen es tan grande, que se alcanzan unas borracheras á otras tanto, que me obliga á escribillo por cosa particular«

Ya veis que empieza fuerte «y como les han hecho callos no las sienten, y si algunas veces son reprendidos no les falta disculpa y dar la rechaza, porque han hecho uso desde que los primeros moradores poblaron aquellos Estados«

Así que hay incluso razones históricas y de tradición. Ahonda nuestro cronista en las raíces mismas de tal proceder. La razón fundamental no es otra que la meteorología adversa de aquellos territorios. «Que por ser tan fríos eran yermos inhábiles, y para poder conservar la salud y dar calor a las venas los ordenaron los médicos bebiesen el vino no muy templado«.

En lo crudo del invierno se era más permisivo «cuando los frios y yelos fuesen más recios, se desmandasen una vez al mes algo más de lo ordinario, bebiendo mayor cantidad y puro, para resistir la fuerza y rigor de la inclemencia del tiempo«,

TSR-El_rey_bebe_David_TeniersClaro que, en algún punto, el asunto se descontroló y «aunque esto se les dio por medicina«, desembocó en «vicio, porque se fueron desmandando, tomándose tanta licencia que todas las horas del dia no hacían otra cosa

Mal empezamos. Y claro, lo que es habitual, a fuerza de repetir, al final se convierte en tradición «y como lo heredaron de sus padres y mamaron en la leche, no quieren perder esta costumbre«.

Ellos, los flamencos, dice Vázquez saben que pasarse con la bebida no es cosa buena, «conocen les es tan dañosa», y aunque tienen otros mecanismos para combatir el frío, «con su ingenio han fabricado muchas y buenas estufas […] que con poco fuego pasan con gran regalo el frio», y andan bien provistos de combustible ,»haberles Dios proveído de tantos bosques , donde la leña es tan barata que no les cuesta más que el cortarla», no los utilizan ,»no usan destos remedios que podrían«. Así que con estas premisas concluye el cronista que beben hasta empiojarse porque les gusta, «se envician y buscan ocasiones para beber y emborracharse». Y las encuentran, vaya si las encuentran:

«Si les nace el hijo, beben […] cuando lo bautizan lo mismo, si se les muere, beben de la misma manera y dicen neciamente, que emborrachándose acá descansa el alma en la otra vida.«, «Cuando se casan beben […] Si enviudan, es lo propio; […] si compran ó venden alguna cosa, van á hacer el concierto á las tabernas.«

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Tan extendido está el vicio que hasta los Jueces «cuando han de sentenciar algún pleito grave y de importancia, aunque sean arbitros, beber en ayunas cada uno una copa de vino blanco; dicen que para abrir los entendimientos lo hacen y para tener mejor juicio. Luego dan la sentencia muy atentadamente, si bien después no les falta ocasión para asegundar. «

Y si bebieran con moderación, pues todavía, pero dice el Capitán Alonso que «Aunque privados de sus sentidos, cuando salen de las tabernas se encadenan de los brazos unos con otros«… haced un esfuerzo por imaginar las escena …»Tienen tan grande tiento por no caer en el suelo, que van dando oleadas unos tras otros, y en llegando al último tiene cuidado de hacer gran fuerza para no caer y detiene la ola de los demás, y van por todas las calles desta manera, y se van quedando en sus casas de uno en uno, y para ir sin juicio las conocen, que es de mucha consideración y de muy gran risa verlos desta suerte.«

¡¡De mucha consideración!! vamos que tiene su mérito, a parte de que debía ser para partirse de risa.

¿Y cómo puede ser que con semejantes cogorzas puedan, los flamencos, hacer de Flandes una potencia económica? pues, eso muy señores míos los veremos en la próxima y última entrega: Las mujeres flamencas.

El Camino Español

1 comentario en “La Flandes del siglo XVI vista por un Capitán de los Tercios (III): El «vicio» de los Flamencos”

  1. Hay que tener en cuenta que a diferencia de los españoles actuales, los de aquella época seguían considerando la embriaguez como algo feo, pecaminoso y cosa que hace propensa a la ruina una persona. Una mentalidad que aún nuestros bisabuelos tenían y era motivo de viñetas cómicas con la típica escena de «la mujer harta de que el marido se vaya a la taberna en vez de volver a casa». Poco a poco hemos ido perdiendo esa forma de ser, y la frugalidad de un español del siglo XV o XVI nos parecería un espanto.

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