20 días recorriendo el Corazón de Europa por El Camino Español (2ª parte)

Seguimos, pues, la aventura emulando a los Tercios. Nos habíamos quedado en Bruselas después de salir desde Milán siguiendo los pasos del Duque de Alba. Ahora, la vuelta, la haremos siguiendo la estela dejada por Fernando de Austria* (Hijo de Felipe III) en su camino entre el Milanesado Español y los Países Bajos Españoles.

Bruselas, muestra ineludible de la época española de los Países Bajos, nos llevará algún tiempo. Tiempo bien invertido, sin duda. Y para muestra un botón: Al famoso Manneken Pis lo conoceréis todos de vista o de oído… pero tal vez no todos sepáis que el que podéis ver a día de hoy está hecho en la época española o que la tradición de «vestirlo» empieza también en la época española (Éstas son esas «cosillas» que, de la mano del Camino Español, se pueden ver en Bruselas y en muchas de las etapas).

Hay más, claro, y merece la pena detenerse en Bruselas y conocerlas. Pero ahora toca desplazarse a Lovaina que el Camino es largo y hay mucho por ver.

En Lovaina otra paradita. Magnífica ciudad con magnífico ambiente, en la que un paseo por su centro te llevará sin dificultad al siglo XVI y XVII y un paseo por sus bares… más vale que no paseéis mucho por los bares que luego pasa lo que pasa…

Así que sorteando las tentaciones, nos dirigimos a lo que ahora es Holanda. Por entonces seguía siendo Países Bajos Españoles (recordad estamos en 1634, es decir faltaban 14 años para el Acuerdo de Paz de Munster entre el Rey de España y las Provincias Unidas) que estaba en contienda abierta con las Provincias Unidas (la que llaman Guerra de los 80 años). La llegada del Cardenal-Infante auguraba nuevos bríos a esa guerra que por otra parte había mudado de motivos principales y que ahora se basaba, básicamente, en ver quien comía más territorio a quien (Países Bajos Españoles vs Provincias Unidas y viceversa…)

Fortaleza de Juelich
Fortaleza de Julich

En este punto, os recomendamos dejaros caer por la cercana Venlo (Holanda) y ver allí la Fossa Eugeniana. Magnífico ejemplo de que los españoles tenemos experiencia de siglos en eso de «si se puede imaginar, se puede hacer». De Venlo (Holanda) a Rheinberg (Alemania) para ver el final del Canal (que debía unir el Rhin y el Mosa a través de más de 40 kilómetros) y de allí a Julich, en Alemania, retomando el Camino Español.

Julich (o Juliers), famosa ciudad donde hubo una famosa batalla (Batalla de… efectivamente… Julich.) motivo de un famoso cuadro que podéis visitar en el Prado. En ese cuadro se refleja la liberación de esta ciudad, ocupada por franceses y holandeses (Mauricio Orange buscaba retener Jülich para Holanda por su posición estratégica), hasta la llegada del gran Espínola con los Tercios (que estaban como quien dice entrenando para Breda…).

Vista de Colonia, Alemania
Vista de Colonia, Alemania

Y ahora a Colonia, ciudad principal alemana, donde después de una visita (para emular al Cardenal-Infante deberíamos escuchar misa en la Catedral y subir a la torre del Ayuntamiento para contemplar las hermosas vistas de la ciudad) debemos remontar el Rhin en barco (así lo hicieron los Tercios aunque en sentido contrario) hasta Bonn.

Paradita en Bonn para verla (… que no pasa un por Bonn todos los días). En la antigua capital de Alemania, podríamos ponerle un poco de música al asunto visitando la casa del Beethoven y luego celebrarlo con una comida tradicional en el «Em Hoettche«.

Embarcamos de nuevo hacia nuestro siguiente destino: Andernach. Donde dejamos el barco y volvemos a la carretera. Andernach tiene el encanto y el privilegio de ser una de las ciudades más antiguas de Alemania, aunque para cuando pasó por allí el Cardenal-Infante no estaba en su mejor momento. Un par de años antes (englobado también en la Guerra de los Treinta Años) los suecos (tan rubios y buenos mozos ellos) intentaron utilizar la ciudad como base de sus tropas. La población se resistió… así que la ocuparon a la fuerza y la saquearon. Un año después, antes de irse, destrozaron las fortificaciones, la quemaron y se fueron… (y que nos vengan luego con el rollo de la furia española y tal…).

En Andernach hay que ver la grúa giratoria de piedra (que entró en servicio en 1561), símbolo de la ciudad, que está en el puerto antiguo y que con seguridad ayudó a embarcar las vituallas de los Tercios cuando tomaban el Camino de Flandes que estamos emulando.

Ya en tierra de nuevo, recorremos Aschaffenburg, Kleinwallstadt (y algunos pueblos impronunciables más, si bien dignos de visitar) hasta llegar a Bad Cansttat. Parada de nuevo. Allí nació, señores y señoras mías, la primera motocicleta y la archiconocida Mercedes (la marca de automóviles…). A tiro de piedra queda Stuttgart, puerta de entrada de la Selva Negra, y visita ineludible para los amantes de los coches. Un poquito mas adelante Schorndorf, también etapa del Camino Español, y donde nació Daimler, el creador de la famosa marca automovilística.

Museo de Mercedes-Benz, Stuttgart
Museo de Mercedes-Benz, Stuttgart

Después del subidón llevamos a Nördlingen. La ciudad, curiosamente asentada sobre el cráter de un meteorito, donde los Tercios dieron medida de su talla, herederos dignos de aquellos que desde principios de siglo XVI (hacía más de 130 años) marcaron el ritmo de los campos de batalla y con ellos de Europa. Aquí en Nördlingen, lo volvieron a demostrar: los mejores en lo que hacían. A los suecos les tocó en esta ocasión probar el frío acero toledano y la picas y arcabuces vascos manejadas por los rudos y fieros españoles. Ellos tenían sus motivos para luchar, estemos de acuerdo o no en sus razones, no es óbice para tener un momento de recuerdo para ellos.

Vista de la Selva Negra, Alemania
Vista de la Selva Negra, Alemania

Un saltito para sortear un riachuelo, el Danubio, por Donauworth (la Perla del Danubio Bávaro, la llaman) antes de dirigirnos hacia Munich. Antes, si vais con tiempo, podéis pasar por Augsburgo, allí donde se firmó la Paz del mismo nombre (1555) y que a la postre fue el germen que inició (decenas de años después) de la Guerra de los Treinta Años (y la de los 80 años, también).

Nos llegamos a Munich que bien merece una visita y un reposo mientras saboreamos unas salchichas blancas cocidas (Weißwurst les llaman que tienen su origen allí) con una Helles (una cerveza de baja fermentación). Casi sin tiempo nos acercamos a Innsbruck, ya en Austria, y nos amarramos los machos porque nos metemos en el cogollo de los Alpes… llegado este momento os recordamos que los Tercios iban a pie…

Vista de los Alpes Austriacos
Vista de los Alpes Austriacos

Bozen, Merano, Santa María Val Mustiar (en Suiza)… para luego pasar a Bormio y Tirano (ya en Italia…) de ahí seguimos hasta el Fuerte de Fuentes, en la orilla del precioso lago de Como, lleno de referencias a la época española (el propio Fuerte de Fuentes es una muestra).

Navegamos, como lo hicieron ellos, por el lago para hacer pie en la ciudad de Como y de ahí a Milán, pieza clave del Imperio Español, y principio y fin de esta magnífica ruta de 20 días, emulando a los Tercios, y atravesando el Corazón de Europa de la mano del Camino Español…

Un viaje así debería hacerse al menos una vez en la vida…

El Camino Español

* Esta ruta la hizo el Cardenal Infante Fernando de Austria (Hijo de Felipe III) en 1634 para llegar hasta Bruselas y hacerse cargo de su gobernación. No sólo ese era el objetivo también ayudar al Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en la contienda de la Guerra de los 30 Años que los suecos habían vuelto a reactivar. La ruta la comenzó en Milán, así que, si bien seguiremos todas sus etapas, en esta propuesta haremos el recorrido en el sentido contrario.

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